Por Ramón Durón Ruíz (†)

Me declaro aprendiz permanente de las abuelas de mi tierra, sabias por derecho propio, de ellas aprendí a acomodar a través del poder del amor y del humor las piezas que diariamente la vida me proveo y a que sentirme orgulloso de mi mismo, es un acto de elevada autoestima.
Nuestros “viejos” Nos enseñan a abrir cada mañana el cofre de la vida con la simplicidad de los niños, a contar no los problemas, sino cada una de las bendiciones y a terminarla como cuando se sale de las bodas… ni sediento, ni embriagado.
Ellos dicen que no hay vida sin luz, sin fe, sin esperanza y sin problemas. Porque hay que vivir plenamente a pesar de las dificultades, que estas te sirvan no para el desánimo, sino para crecer, enriquecer tus fortalezas, madurar, ser humilde y ser el arquitecto de tu propio destino. Nadie que haya triunfado, ha estado escaso de problemas, la diferencia radica en que los triunfadores los han tomado como punto de partida para construir su éxito y su felicidad.
Ambos –abuelas y “viejos” que fluyen armónicamente con el ritmo de la vida– me han enseñado que si diariamente me afano por limpiar mi cuerpo, mi casa, mi camioneta, mi labor, ¿Por qué no he de aprender a limpiar mi alma? a través de dos maravillosos detergentes: el amor y el humor, que son buen camino para abrir los ojos del alma y arribar a puerto seguro.
Estos traen consigo un mensaje de amor y esperanza, te ayudan a hacer las cosas bien, a tiempo, a la primera y de la mejor manera, a la vez que te liberan del dolor y las cargas emotivas del pasado, además te ayudan a transformar la energía negativa, esa que se forma por el resentimiento acumulado, en la más maravillosa energía positiva.
El amor y el humor te ayudan a encontrar el propósito de tu vida, sabiendo que “aquel que sabe a dónde va, tiene la mitad del camino recorrido” y que quien tiene un plan de vida, tiene orden y en consecuencia sus fortalezas estarán armonizadas con el universo para atraer el éxito y la felicidad. Cuando en tu vida tienes un propósito bien determinado estás pleno de realizaciones.
“Si las estrellas no luchan por brillar, los ríos no luchan para fluir, las montañas no luchan para destacar, tú tampoco tienes que esforzarte para sobresalir en la vida… porque tú mereces lo mejor”.
El humor y el amor tienen la magia de reencontrarte con las potencialidades que el universo tiene para ti, armonizando maravillosamente tu vida. Por eso este viejo campesino es un soñador que “a pie juntillas” cree en el poder del amor y del humor.
A propósito del humor, hay un chiste que aplico al viejo Filósofo, resulta que Baldiano –su hijo– aprovechaba las vacaciones para colaborar con Salustio –el carnicero de Güémez– este le correspondía prestándole la camioneta para que trajera los animales para el sacrificio, al mismo tiempo que le enseñaba a manejar.
Cierta tarde cuando el sol languidecía, el Baldiano llegó a casa, en el mismo instante en el que su señora madre optimizando los recursos gastronómicos de su “cocina de humo” servía al Filósofo una suculenta cena, el joven se sentó a la mesa a degustar los platillos al mismo tiempo que le decía al campesino de allá mesmo:
–– Oye pá, fíjate que ya se manejar y quiero platicar contigo, creo que ya estoy en edad de que me prestes la “troca” pa’ ir a los bailes y en ella también dar la vuelta con mis amigos.
El Filósofo le acarició amorosamente su melena y le propuso que hicieran un trato:
–– Mira si tú mejoras tus calificaciones del CBTis de 6 a 8 de promedio, lees la Biblia y además te cortas el pelo, entonces ya estaré en condiciones de prestarte la “troca”.
A las seis semanas de haber iniciado el ciclo escolar, el Filósofo llamó a su hijo y le dijo:
–– ¡Te felicito!, mejoraste tus calificaciones, además he visto que has estado leyendo la Biblia, sólo hay un problema: ¡no te has cortado el pelo!
–– Sabes una cosa pa’ –respondió el joven– al leer la Biblia, he visto que Sansón usaba el pelo largo, Juan el Bautista usaba el cabello largo, Moisés también lo llevaba largo y existen evidencias de que hasta el mismo Jesús llevaba el pelo largo.
El Filósofo con su ingenuidad provinciana inmediatamente contestó:
–– ¿Y ya te fijaste en una cosa? ¡¡¡ELLOS IBAN A TODAS PARTES A PIE!!!
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