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Reforma/ Núñez Ernesto

Después de pasar una semana en Ginebra, Suiza, la senadora priista Angélica Araujo presentó un informe a la Mesa Directiva de la Cámara alta en el que puede leerse: «el papel de los parlamentarios es fundamental, ya que debemos reconciliar nuestros intereses nacionales a corto plazo con esta visión del mundo a largo plazo que busca cosechar los beneficios de la movilidad humana de una manera ordenada. Tenemos la responsabilidad de trabajar resueltamente para abordar las causas profundas que generan las situaciones de los refugiados y los motores de la migración, ya sean económicos, sociales o ambientales».

Las conclusiones de su viaje a Ginebra, a donde acudió para participar en la 138 Asamblea de la Unión Interparlamentaria, caben en cinco párrafos de la página 11 del informe, que Araujo firma junto con su compañera del PRI, Margarita Flores Sánchez. Las otras 27 páginas del documento contienen una introducción sobre lo que es la UIP y sus antecedentes históricos, el programa de trabajo de la Asamblea y las «reuniones conexas», y siete fotografías que dan fe de la asistencia de las senadoras a las sesiones de trabajo.

El pasaje para que Angélica Araujo asistiera a la 138 asamblea de la UIP, celebrada entre el 24 y el 28 de marzo de 2018, costó 167 mil 25 pesos, y es el boleto de avión más caro que pagó el Senado de la República en el último año de la 63 Legislatura.

El boleto, expedido el 15 de marzo por Viajes Alpandeire SA de CV (la agencia contratada por el Senado), es business class, y cuesta tres veces más que un viaje ida y vuelta a Ginebra en la misma clase, cotizado la semana pasada con British Airways (49 mil 588 pesos) o Iberia (57 mil 595 pesos).

En clase Turista Premium, el mismo vuelo costaría entre 28 mil y 32 mil pesos. Pero los senadores acostumbran viajar a todo lujo.

Un artículo del reglamento del Senado indica que para viajes de más de cuatro horas es forzoso utilizar business class. Y los legisladores se dejan consentir.

Además del pasaje, el Senado otorgó a la senadora Angélica Araujo viáticos para una estancia de siete días en Ginebra (el evento duraba cinco días), por un monto de 3 mil 640 dólares, equivalentes a 67 mil 869 pesos, según el informe que presentó la legisladora, que hoy puede consultarse en la página web del Senado.

Araujo no viajó sola. Seis senadoras y dos senadores más representaron a México en esa reunión de la UIP, con un costo global al Senado de un millón 716 mil pesos.

Fue el viaje más costoso del último año de la 63 Legislatura, de la que los senadores se despidieron derrochando en boletos de avión y viáticos.
La vuelta al mundo

Antes de dejar el cargo, los senadores recorrieron el mundo volando en business class y con viáticos de hasta 15 mil pesos diarios, con cargo al erario.

Entre septiembre de 2017 y junio de 2018, los senadores electos en 2012 para integrar la 62 y 63 Legislaturas realizaron 81 viajes al extranjero, con un costo superior a los 16.4 millones de pesos.

Los 74 senadores viajeros recorrieron 26 países: Argentina, Brasil, Bolivia, Canadá, Colombia, Chile, El Salvador, Estados Unidos, Panamá, Perú, Uruguay; Alemania, Bélgica, España, Francia, Inglaterra, Italia, Islandia, Lituania, Suiza, Turquía; Corea, Emiratos Árabes, Rusia, Vietnam, y Marruecos.

Y, en el último mes, se despidieron con 10 viajes de los que aún no se informan los costos, ni los resultados.

Seis de ellos fueron para participar en foros internacionales: Ginebra, Colombo (Sri Lanka), Bruselas, Antigua (Guatemala), Nueva York y Panamá.

Y cuatro fueron visitas oficiales: República Eslovaca (15 de julio), Nueva Zelanda (25 a 29 de julio), Corea y China (30 de julio a 9 de agosto).

De los 81 viajes internacionales ya reportados, el costo total es de 16.5 millones de pesos: 9.2 millones de pesos en boletos de avión, y 7.2 millones de pesos en viáticos.

Le llaman diplomacia parlamentaria. Giras que tuvieron como propósito acudir a foros multilaterales como la OCDE, la OMC o la ONU; reuniones interparlamentarias bilaterales, y reuniones multilaterales en el Parlamento Latinoamericano (casi todas celebradas en Panamá), el Parlaméricas, o la Unión Interparlamentaria, un organismo con más de 125 años de existencia del que forman parte 178 países, hoy presidido por la mexicana Gabriela Cuevas, ex panista, ex presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y hoy diputada electa por Morena.

La elección de Gabriela Cuevas como presidenta de la UIP ocurrió durante otro de los viajes destacados (por su costo) en el último año de la Legislatura que concluye funciones el próximo 30 de agosto.

Entre el 13 y el 18 de octubre de 2017, ocho senadores viajaron a San Petersburgo, para participar en la 137 Asamblea de la UIP. Con boletos de avión que fluctuaron entre 40 mil y 110 mil pesos, el viaje costó al Senado 712 mil pesos (414 mil pesos en pasajes y 297 mil pesos en viáticos).

Fueron al viaje tres priistas: Marcela Guerra (otra de las viajeras frecuentes de esta legislatura), Graciela Ortiz y Raúl Aarón Pozos; la panista Laura Rojas y la asesora Adriana González Carrillo, presidenta del Centro de Estudios Gilberto Bosques.

Además, viajaron los panistas Ernesto Cordero (presidente del Senado), Roberto Gil, David Flores y Gabriela Cuevas. Pero todos ellos cubrieron sus gastos, o al menos así quedó asentado en los registros financieros de la Cámara alta.

En los mismos registros quedaron decenas de páginas con informes que justifican los viajes, elaborados casi todos con los mismos formatos: una introducción hablando del foro al que se asiste, con antecedentes históricos y relevancia del mismo; una lista de los senadores que conforman la delegación, el programa, copias de las resoluciones adoptadas por los países participantes y media docena de fotos.

Así, quedó asentado que, en noviembre de 2017, grupos de senadores viajaron a Ginebra, Suiza (Semana de la Paz); Bonn, Alemania (COP 23); Rabat, Marruecos (Foro de presidentes de poderes legislativos de Centroamérica y la Cuenca del Caribe); Medellín, Colombia (Asamblea de Parlaméricas); Ottawa, Canadá (Conferencia Mundial de Jóvenes Parlamentarios); Bogotá, Colombia (Comisión Interparlamentaria, Alianza del Pacífico); Bruselas, Bélgica (Unión Europea); Milán, Italia (Foro de Parlamentarios por una Acción Global); Venecia (Taller de la OCDE), y Reikiavik, Islandia (Foro Mundial de Mujeres).

Además, el Senado cubrió los gastos para que sus integrantes viajaran a talleres, cursos de capacitación y visitas de observación electoral.

En marzo, por ejemplo, el Senado envió un fin de semana a Moscú a los senadores Lorena Cuéllar (PT), Enrique Lucía Espejo (PT, suplente de Rabindranath Salazar), Adriana Loaiza (PAN, suplente de Roberto Gil) y Jorge Toledo (PRI, suplente de Eviel Pérez Magaña), para observar las elecciones presidenciales en las que Vladimir Putin arrasó con casi el 80 por ciento de los votos.

«En términos generales, conforme al acceso que se tuvo como observador electoral en este proceso, puede constatarse que la Federación Rusa vivió un proceso electoral apegado a estándares internacionales y bajo condiciones de legalidad y legitimidad», concluye el informe firmado por los cuatro senadores, cuya gira costó 537 mil pesos al erario.
‘México tiene que estar’

La senadora que más viajó y más costó al Senado en el último año de la 63 Legislatura es la panista Laura Rojas, quien preside la Comisión de Relaciones Exteriores-Organismos Internacionales (una de las ocho comisiones de diplomacia parlamentaria que tiene el Senado mexicano).

Durante las dos legislaturas comprendidas en el sexenio 2012-2018, Laura Rojas recorrió los cinco continentes y, en el último año, realizó al menos nueve viajes, ocho de los cuales tuvieron un costo total de un millón 124 mil pesos.

Viajó a San Petersburgo, París, Bruselas, tres veces a Nueva York y dos veces a Ginebra. Y formó parte de la delegación que el pasado 9 de agosto regresó de un viaje a Corea y China.

Entrevistada para este reportaje, la senadora panista afirma que estos viajes son necesarios y justificados, y lamenta que no exista una comprensión de los medios hacia la importancia de estas misiones en el exterior.

«El primer beneficio es mantener e incrementar el liderazgo de México como un país que se involucra en la solución de los problemas de la comunidad internacional. Yo presidí la Comisión de Paz de la UIP, y los temas que vimos fueron, por ejemplo, una resolución sobre el rol de los legisladores para el cumplimiento del principio de no intervención; terrorismo, ciberterrorismo, el concepto de paz sostenible… Eso puso a México en el foco de los parlamentarios del mundo», comenta.

Rojas distingue entre las visitas oficiales -viajes ad´hoc para los que normalmente se improvisan delegaciones a criterio de la Mesa Directiva o la Junta de Coordinación Política-, y los viajes que se hacen para atender la agenda de los 20 foros parlamentarios a los que pertenece México, que van desde COPA (Confederación Parlamentaria de las Américas) hasta APPF (Foro Parlamentario Asia-Pacífico) o la UIP (Unión Interparlamentaria).

Las delegaciones que participan en los foros parlamentarios son permanentes, y se aprueban en el pleno del Senado.

Rojas asegura que México no puede perder su lugar en esos espacios, por lo que es imprescindible mantener los viajes de senadores al extranjero. Aunque admite que podrían tomarse medidas para que se conozca más la utilidad de las giras y reducir su costo.

«No podemos dejar de estar, pero sí se podrían hacer cosas para sacarles mayor provecho; por ejemplo, alinear mejor la estrategia del Poder Legislativo y los objetivos de política exterior del gobierno mexicano. Se tiene que hacer un esfuerzo por parte de las Cámaras para informar y también pueden reducirse los costos. Sí entiendo que se enojen porque los boletos salen muy caros…», comenta.

Modificar el reglamento para viajar en clase turista y no en business class, y hacer una mejor planeación de la agenda para comprar pasajes con mayor anticipación son medidas que podrían abaratar considerablemente los viajes.

Sin embargo, Rojas defiende la diplomacia parlamentaria e incluso el tamaño de las delegaciones, pues éstas se conforman atendiendo a la representación de un Senado donde había cinco grupos parlamentarios y en el que habrá al menos siete en la próxima legislatura.

«Hay una enorme falta de comprensión de lo que es y para lo que sirve la diplomacia parlamentaria», añade, «a veces sí es ridículo las notas que abonan a una mayor desinformación, y a que la gente se enoje porque uno hace su trabajo».