El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, no se propone encabezar una administración presidencial como las que se dieron a partir del fin de la gesta armada de la Revolución Mexicana, la primera encabezada por Álvaro Obregón (1920-1924).
Él va a conducir una revolución pacífica, por la vía institucional, a la que llama cuarta transformación. La primera fue la Independencia, la segunda la Reforma, la tercera la Revolución y la que encabeza que tiene como título sólo un número.
Su proyecto de transformación requiere símbolos, toda institución y movimiento los exigen, y él se ha dado a la tarea de destruir los anteriores y edificar unos nuevos. Hace tiempo que trabaja en ello, pero esta actividad se aceleró en los meses de campaña.
El general Lázaro Cárdenas (1934-1940) cuando ocupa la presidencia de la República no quiso irse a vivir al Castillo de Chapultepec, como lo habían hecho sus antecesores, y optó por otro sitio al que puso por nombre Los Pinos. Construyó un nuevo símbolo.
De Cárdenas hasta Peña Nieto, todos los presidentes ahí vivieron. Ese lugar se ocupó por 84 años. El presidente electo ha decidido destruir ese símbolo del poder presidencial y convertirlo en museo. El nuevo símbolo es que seguirá viviendo en su casa particular.
El Estado Mayor Presidencial (EMP) se crea en 1926, bajo la presidencia de Plutarco Elías Calles (1924-1928), para garantizar la seguridad del presidente y su familia. En los últimos 92 años, ésta ha sido su tarea. López Obrador ya anunció que, a partir del 1 de diciembre, cuando asuma su cargo, dejará de existir el EMP.
Destruye otro símbolo del poder presidencial y, en su lugar, se integra un grupo de 20 civiles que se harán cargo de su seguridad. El nuevo símbolo es que no necesita un cuerpo especial del Ejército, para cuidarlo. Asume el modelo utilizado por los gobernadores que tienen civiles como responsables de su seguridad.
El presidente Elías Calles compró el tren presidencial conocido como el Olivo. En 1960, hizo su último viaje. El primer avión oficial lo compra el presidente Miguel Alemán Valdés (1946-1952). Desde los años 20, el presidente ha tenido un medio oficial para trasladarse por el país y el extranjero. Son casi 100 años.
López Obrador destruye otro símbolo del poder presidencial. El nuevo símbolo es que el presidente no tendrá vehículos oficiales —carros, helicóptero y avión—, para viajar por el país y el extranjero. Ya dijo que sólo va a utilizar vehículos privados y líneas aéreas comerciales.
Tres de los símbolos que por más de 80 años acompañaron la figura del presidente han sido destruidos. López Orador los ha sustituido por tres no símbolos. El único nuevo símbolo, que remplaza a los anteriores, es proyectar la imagen de que él es un hombre ejemplar, sencillo y austero. Ésa es la intención y está por ver si lo logra.
El Economista