El próximo miércoles, la Mesa de Decanos de la Cámara de Diputados -de la que tendré el privilegio de participar como Vicepresidente-, cumplirá la tarea de instalar la LXIV Legislatura del H. Congreso de Unión. De esta forma, el primero de septiembre estaremos en condiciones de celebrar la primer sesión de su Primer Periodo Ordinario de Sesiones, en la que recibiremos el sexto y último informe del presidente Enrique Peña Nieto.
Quienes seremos parte del nuevo Congreso federal coincidimos que se trata de un momento histórico para la vida política del país. Los mexicanos decidieron en las urnas un cambio que se ha visto reflejado en la integración de las Cámaras de Diputados y de Senadores, así como en algunas Gubernaturas, congresos locales y ayuntamientos del país.
Será nuestra tarea vigilar que esas promesas de cambio que movieron a una abrumadora mayoría a votar por quienes nos gobernarán el siguiente sexenio sean, una por una, cumplidas a cabalidad.
La LXIV Legislatura representa un verdadero reto para quienes la integraremos. Por un lado, quienes hasta el último día de este mes seremos la mayoría parlamentaria, debemos asumir nuestra nueva circunstancia de fracción minoritaria y todo lo que ello conlleva; por otro lado, garantizar que la nueva mayoría no opte por el monólogo parlamentario, que arrebate el derecho de las minorías a ser escuchadas.
Espero que la nueva mayoría parlamentaria tenga claro y siempre presente, que cuando fuimos mayoría absoluta, fueron nuestros diputados quienes abrieron los espacios de representación de las minorías en el Congreso de la Unión y de los Congresos de las entidades del país. Los Diputados de Partido, hoy diputados plurinominales, surgieron a propuesta nuestra para dar representación a todas las fuerzas políticas.
El Congreso de la Unión debe ser un espacio para la libertad, el acuerdo y el diálogo constructivo. En todas las iniciativas, el voto de cada legislador debe servir para construir soluciones y no para imponer voluntades sectarias. Debe ser un cuerpo colegiado plural que haga valer un verdadero federalismo republicano, donde se garantice el respeto a las instituciones, a las entidades federativas y a una efectiva división de poderes. En este tiempo político que hoy vivimos, nadie es más y nadie debe ser menos.
El Grupo Parlamentario del PRI en el Congreso de la Unión será una oposición firme, crítica, vigilante y constructiva que compensará su reducción numérica con el talento y la experiencia de sus integrantes. En ambas cámaras, contamos con siete ex gobernadores, tres ex secretarios de estado y un número importante de quienes hemos sido subsecretarios, senadores, diputados locales y federales, así como presidentes municipales. Ningún otro grupo cuenta con esta experiencia acumulada.
En el PRI sabremos enfrentar el reto de ser oposición. Vamos a trabajar con seriedad, proponiendo iniciativas que procuren el bienestar de los mexicanos. Ese es nuestro derecho y esa también es nuestra obligación.
Impulsaremos un Presupuesto con una profunda orientación social, que garantice empleo, educación y mejores servicios de salud para todos.
Seremos un poder ciudadano dentro de un poder de Estado. Seremos al mismo tiempo un Poder legislativo que ejercerá la fuerza que le concede la Constitución, sin someterse a más voluntad que la de nuestras leyes. Las relaciones del Congreso con el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial de la Federación serán de respeto y colaboración, alejadas de cualquier injerencia que pervierta la responsabilidad de las instituciones.
En este México de igualdad y respeto, no sólo los Poderes de la Unión habrán de replantear su convivencia; hoy el país requiere de un nuevo pacto federal que fortalezca la soberanía de los estados.
En la búsqueda de estos propósitos, ejerceremos un trabajo legislativo de pleno respeto al resto de las fuerzas políticas, donde no se privilegien mayorías que cancelen el debate y la democracia parlamentaria.
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