*Por las trilladas rutas del campo. Camelot.

Trepo con rumbo a Ciudad de México. Paso la Cumbre de Maltrata, un día que amanece claro, con el esplendor del cielo azul y todas las tonalidades de verdes en esta bella parte de montaña, que parece Suiza o cualquier país europeo. Cientos de peligrosos tráileres doble remolque, que suben a esta hora como hormigas, cientos y cientos, algún día se habló de prohibirlos, pero con este secretario del socavón todo era impredecible, no llega el tiempo que se vaya el tal Ruiz Esparza. Y los días que faltan a que llegue diciembre, cuando AMLO llega con los suyos, se hacen eternos. Es uno de los pocos países del mundo donde para tomar el poder hay que esperar seis meses, aburridos e insoportables, el que está solo chilla que fue buen presidente, aunque las encuestas lo reprueben; y el que llega ya camina como César, dando audiencias por aquí y por allá, y componiendo este México nuestro difícil de componer, como el café que se tomó con el Bronco en Monterrey y, marros los dos, a la hora de pagar nadie quería desenfundar. Paso Magueyes, un pueblo de comunidad indígena, que deben vivir de la leña y comer lo que siembran, su elote rico, apenas me comí uno de Tzoncolco, que me llevó Rosalía, una de nuestras muchachas solidarias, más ahora que he estado malito y me hace mi sopa y me consiente. Otro pueblo, San José Cuyachapa, esos nombres combinados que, cuando llegaron los españoles nos lo dejaron con nombres de santos, pero en cuanto se fueron les metimos los nuestros, los apellidos indígenas, o los segundos nombres, que es lo mismo, sobran ejemplos, este es uno. El verde de todos los verdes aquí logra admirarse una tonalidad extraordinaria, como escribiera Octavio Paz: “La tinta verde crea jardines, selvas, prados, follajes donde cantan las letras, palabras que son árboles, frases que son verdadera constelación”. Igual que cuando Bruno Traven llegó a estas tierras a maravillarse de este extraño país salvaje que no había sido bien explorado. Entre las velas y ocotes se encontró a un indio sentado en cuclillas a la entrada de su jacal, y nacieron los cuentos, sobre todo aquel de Canastitas en serie, que apenas mi hermano Enrique nos platicó a mí y al amigo Rico, deslumbrándonos con ese relato de Traven. En esas ando, escribiendo al pie de esta montaña para hacer un break en Puebla de los Ángeles, y al pie de la autopista, en un Vips en una plaza llamada Outlet, tomar un café y un tentempié.

EL PARTO DE LOS MONTES

Podría llamarse así o cómo se quisiera. Lo cierto es que este México nuestro cada día es irreal, y cada día es más difícil de describir. Nada nos asombra, podemos quemar gente en vivo y a todo color y en las televisiones lo vemos muy en directo, y nada nos asombra. Podemos hacer lo que se quiera y al final, la vida sigue igual, diría el chulo Julio Iglesias. Sucede que en el senado de la Republica hicieron un tango o un culebrón digno de una telenovela del canal de las estrellas, Va la historia. El esposo de Anahí, el gobernador Manuel Velasco Coello, alguien le vendió la idea de que podía postularse como plurinominal al Senado y, despuesito pedir permiso para regresar a gobernar los 86 días que le faltan y así poder seguir mamando de esas ubres que son las gubernaturas. Como el PVEM es ahora su partido y todo se puede, lo postularon y así llego al Senado para que, al primer día pidiera licencia, no contó con que un grupo de malosos de Morena le agriarían la mañana porque se lo negaron. Como son mayoría pueden hacer lo que quieren, las mayorías mandan. Era ilegal el acto. En Chiapas, Anahí lloraba, como la zarzamora, a todas horas por los rincones. Cualquier diputado o senador tienen el derecho a solicitar licencia, y que los supla quien debe suplirlo. Cuando eso ocurrió, el güerito chillaba, no se le ocurría nada, de repente, se filtró que llamó a AMLO, pidió chichi y el amoroso entendió su problema y desde Monterrey se lo soluciono. No por algo es el presidente de la Conago y fue quien primero le abrió las puertas al presidente electo, a reunirse ya un par de veces con los gobernadores del país. Pura vida, diría Clavillazo. Al poquito rato, volvieron a votar y, qué creen, esta vez pasó con los mismos votos de Morena que estaban en contra, y el chaval se fue contento a Tuxtla Gutiérrez a que su Congreso, controlado por el mismo, lo ubicara de nuevo como gobernador interino de su interino, que era él mismo. Esas cosas tramposas solo suceden en México. Un lector me dijo que, quien esto escribe, era muy duro con AMLO. Para nada, quiero y deseo que le vaya muy bien, excelentemente bien, porque así le irá a México. Lo que ocurre es que ese acto es de los actos del viejo PRI, de los tiempos de Echeverría y Salinas y Jolopo, cuando el dedo de ese dios de Los Pinos se levantaba y el rumbo de la patria giraba adónde ellos querían. Así se demostró aquí. Esa decisión de Morena, de primero negar y luego aceptar, tuvo su recompensa, los cinco votos del PVEM, en pago a la patria, se pasaron a Morena, y así por esa gracia le dieron automáticamente mayoría absoluta, de 247 legisladores que eran, pasaron a 252, como la canción de los perritos: Ya nomás nos falta nada, nada, nada, todo en familia, diría Chabuelo.

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