Con motivo del 50 aniversario del movimiento estudiantil de 1968, se han hecho documentales, escrito muchos artículos y también algunos libros, uno de ellos es Adiós al 68 (Grijalbo 2018) de Joel Ortega Juárez. Su aborde es el de un testigo y también el de un estudioso del tema.

El tono es de testimonio de vida que ofrece su visión de lo que ocurrió con el movimiento y de manera particular lo que pasó la tarde del 2 de octubre en la plaza de la Tres Culturas de Tlatelolco. Proporciona datos que desmienten distintas versiones sobre el número de muertos y heridos.

Ortega dice que son 58 los estudiantes que se puede comprobar que fueron asesinados esa tarde y también murieron dos soldados. Los heridos fueron 200 y en torno a los 3,000 los detenidos llevados al Campo Militar 1, Santa Martha y Lecumberri. De los 10,000 asistentes al evento, 7,000 lograron salir de la plaza sin ser detenidos o heridos.

A lo largo de los meses que duró el movimiento estudiantil, del 26 de julio de 1968 a los primeros días de enero de 1969, el número de los estudiantes asesinados asciende a 85. Los 58 de la plaza más otros 27. Los números son parte de la investigación que realizó la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, con la que colaboró Ortega.

¿De qué sirvió el 68? “Desde mi óptica, afirma el autor, sirvió para construir un pensamiento distinto al hegemónico de la Revolución Mexicana gracias a la lucha de masas que se dio durante ese año y que tuvo como protagonista a los estudiantes”.

Añade que otra “de sus grandes aportaciones fue el rescate de la lucha contra el poder, contra el poder familiar, contra el poder escolar, contra el poder estatal, contra el poder militar, contra todos los poderes que lesionaron y oprimieron al conjunto social”.

¿Qué pasó con los participantes? Ortega asegura que de los 300,000 estudiantes que participaron en el movimiento a nivel nacional, 297,000 hicieron su vida como cualquier otra persona de su generación. Pero de los otros 3,000 hubo muchos que hicieron del 68 un modus vivendi. Ellos, dice el autor, mutaron de fondo y “esa mutación del alma se mantuvo bajo la máscara de la congruencia marxista-leninista”.

¿Qué queda del 68? “A cinco décadas, el movimiento del 68 es historia (…) La generación de esa época insólita está culminando su ciclo en el planeta (…) Es la hora de echar abajo todos los dogmas y las camisas de fuerza de las iglesias basadas en ideologías convertidas en religiones de un mundo derrotado por sus propias contradicciones (…) Llegó la hora de decir adiós al 68”, concluye Ortega.

El prólogo es de Jorge G. Castañeda, amigo muy cercano al autor, quien dice del libro que “si alguien busca recorrer rápidamente este último medio siglo de la historia del país a través de la vida de un actor y observador excepcionalmente perspicaz y sofisticado, cuenta hoy con el mapa de navegación para hacerlo. Es un recorrido que bien vale la pena”.

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Rubén Aguilar