La situación tampoco es como para presumirse, sobre todo en la tragedia que viven miles de familias ante las desapariciones y asesinatos de sus seres queridos.

En el tema estrictamente económico, más si se refiere a la macroeconomía, el país aunque no vive una bonanza económica precisamente, no se puede decir que está en bancarrota.

Los indicadores económicos dicen lo contrario. Hasta el 2017 ocupamos el lugar 12 entre los países (potencias) exportadoras mundiales. Antes pura economía grande: China, Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea del Sur,
Francia, Hong Kong, Países Bajos, Italia, Reino Unido y Canadá, después México.

Por encima incluso de España (17), Singapur (13), Emiratos Árabes Unidos (14), India (18), Rusia (19) y exportamos más que toda Latinoamérica junta.

Ya sé que para quien nada es suficiente, pues nada es suficiente, y ante esa posición cualquier argumentación sale sobrando.

El problema no es ése. Tenemos un sector exportador de la economía que ya lo quisieran 150 países. Y en materia de alimentos prácticamente somos autosuficientes. Es cierto, importamos muchos granos, pero en maíz por ejemplo, en donde consumimos una variedad mexicana a la que se denomina criolla –el mismo con el que se hace el nixtamal y se hacen las tortillas-, en ese rubro se cubre casi el 100% de la demanda nacional.

Se importa maíz forrajero, transgénico incluso, que sirve para la alimentación de especies pecuarias.

También es cierto que necesitamos elevar el nivel de ingreso de las familias, redistribuir más equitativamente la riqueza, elevar el salario promedio laboral, sobre todo el mínimo y combatir flagelos como el de la corrupción, tener un gobierno más eficiente y socialmente más responsable.

Y así puedo decir más cosas que le faltan –o le sobran- a este país.

Pero el problema de los gobiernos de este país, insisto, en donde pondríamos al actual por delante, es su falta de sensibilidad política, su falta de compromiso social y de su sordera –ausencia- ante el problema que trágicamente afecta a miles de familias que han sido víctimas de esta ola criminal que se vive.

Ya vamos de gane en que Andrés Manuel se siente a dialogar con ellas, a escuchar en carne propia su lamento y sus legítimas aspiraciones de justicia. El problema está en qué es lo que va a hacer el próximo gobierno para ya no digamos resolver este extenuante problema, sino para medio atenuarlo.

Felipe Calderón se sentó y dialogó con las víctimas y no pasó nada, pero cuando menos lo hizo y eso hay que aplaudirlo.

El presidente Peña Nieto ha vivido todos estos años en una realidad paralela. Para él están primero los logros de su gobierno –que sin duda los ha habido- que el problema angustiante que viven muchas familias con desaparecidos. Está también su cerrazón a los señalamientos de corrupción en su gobierno. Todo este tiempo se negó a dar un manotazo sobre la mesa y castigar a los señalados.

Grave error porque en el imaginario y en la realidad colectiva va a pasar como uno de los gobiernos más corruptos que ha tenido México en los últimos años.

Lo que ya de por sí es un decir.

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@marcogonzalezga