Entre tres o cuatro horas estuvo varado el presidente electo Andrés Manuel López Obrador en el aeropuerto de Huatulco, allá en Oaxaca.
Muchos ciudadanos externaron su opinión respecto a esta situación que se pudiera resumir en dos puntos:
El primero, celebrado por considerar como un dejo de humildad por parte de López Obrador, cuando bien pudiera tomar un avión, avioneta o helicóptero privado como lo hizo alguna vez en su campaña, y emprender su vuelo dejando a los terrenales esperando ¡a ver a qué horas!
El segundo, con un dejo de resentimiento social entre algunos que decían, resumido así, “¡para que vea lo que se siente!”
El retraso del vuelo se asegura que fue por condiciones climatológicas y el mismo Andrés Manuel afirmaba que no era por el tráfico aéreo de la Ciudad de México, lo que aprovechó para hablar del polémico tema que quiere llevar a Consulta Popular: el nuevo aeropuerto… ¿en Santa Lucía o en el Lago de Texcoco?
Si yo le pregunto a usted, es más, si me pregunto a mí misma, qué elegiría, en un primer plano, no sabría qué responder, porque de aeronáutica lo único que sé, son las veces que “me da el avión mi esposo” cuando le hablo de mi chaleco, mi vestido o zapatos… pero si lo llevo a un segundo plano, lo más lógico que se me ocurre es pensar: Si ya lleva un avance el primero, la suspensión de la obra implicaría no sólo tiempo perdido, sino esfuerzos y dineros.
Sin embargo, siendo sincera, no está usted para saberlo, ni yo para contarlo, pero es más fácil que me suba a un avión si hacen feria acá en Xalapa, que viajar por los aires en algún vuelo comercial…
Quizás por eso, en una encuesta realizada hace mes y medio por Mitofsky, a un alto porcentaje les vale el aeropuerto porque el casi 70 por ciento de las personas entrevistadas, ¡jamás se ha subido a un avión!
Sí, hablamos de que para un alto número de mexicanos, el asunto de la construcción del aeropuerto puede ser tan trivial porque no lo usamos, nos es distante, lejano; ¡vamos! Pareciera que no nos impacta… ¡pero sí!
El aeropuerto de la Ciudad de México es la puerta grande del país, por así decirlo… no sólo es el flujo de nacionales que van y vienen la mayoría por negocios, sino también es el cauce de turistas y sobre todo, inversionistas…
Andrés Manuel López Obrador dice que el Pueblo es sabio… puede ser… y un Pueblo sabio sabe cuando no sabe, así que en mi caso, si me preguntan, dejo en manos de los expertos, que no los políticos, que elijan qué es lo mejor para el país con la construcción del nuevo aeropuerto.
Mientras tanto, de aquí a diciembre, es seguro que en una de ésas, volvamos a ver varado por ahí, en algún aeropuerto o avenida de la gran ciudad, al señor López Obrador, como cualquier otro ciudadano, porque ése es el estatus que tiene y él mismo ha asumido… pero por el bien del país que dice tanto querer, ojalá que cuando sea el Presidente, créalo que a nadie le molestaría que tomara un avión, no el presidencial, uno más chiquito, modesto, para que atienda en tiempo y forma a su pueblo, porque ningún mexicano le va a perdonar que salga con un “pus no llegué”.
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