*Las injusticias siguen aflorando. Camelot.
UN VIL DESALOJO
El viernes pasado, fueron desalojados dos ancianitos en esta Orizaba doliente. Los hermanos Porras (Jorge y Ricardo), que allí vivieron 55 años. No pagaban renta porque, sucede, según cuenta Horacio Fadanelli en mi muro de Facebook, que eso era un intestado. En mi escrito de ese día culpé al Juez y a los secretarios de Acuerdos y, además, hice un llamado a Edel Álvarez Peña, Magistrado Presidente, y a Jaime Téllez Marié, para que no presten patrullas de la policía estatal, como la número 16-1044 que allí aguardaba, por lo que se ofreciera. Antiguamente, la secretaria de Gobierno controlaba con la firma del secretario esos desalojos, se mandaba a checar qué cosa era, y si eran pobres no se hacían, ahora me dicen que eso ya no ocurre. Sé que el gobernador Yunes Linares es muy humano y no lo hubiera permitido, de saberlo a tiempo. Se culpó al actuario de acuerdos de Orizaba, Francisco Jonathan Puertas Merlín, un tipo que llegó muy mamón y prepotente al desalojo, como si la vida de estas dos personas que desalojaría estuviera en sus manos. Debía ser como su jefe, el tal Edel, que me dicen quienes lo conocen que no es tan pesado, como este actuario mamila. Fadanelli escribió: “No es culpa del juez. Es un Intestado, el dueño falleció hace 40 años no tuvo familia que reclamara y una vivales en contubernio con Plubio se adjudicaron propiedad. Todo lo puedes ver en el registro público de la propiedad. El ex regidor tuvo información de propiedades intestadas y hoy se aprovecha de personas de bajos recursos económicos y preparación. Al juez le mienten”. Fue un caso que se hizo viral, por las redes corrió por todos lados, era una injusticia, estos funcionarios, según me indica el abogado, Jesús Herrera, la secretaria de Acuerdos, Consuelo Yadira García Rosete, el otro notificador, Salvador Ignacio Luna Rojas y el juez, Marco Antonio Castellanos Mar, se pasaron de listos, llevaron gente y aquello parecía como si fueran a desalojar a unos ricos, y eran dos pobres viejitos que en la calle se quedaron y gracias a la benevolencia de una vecina, les permitió allí pasaran la noche, por poco los dejan a la intemperie estos malvados, juez y amigos indeseables que les acompañaron. Yo no sé si la política de los gobiernos sea desalojar a los pobres. Se metió la política, porque el abogado defensor, según revela el periodista Emilio González Gómez, es el exregidor Plubio García Sosa, ahora dirigente líder del (MC) Movimiento Ciudadano de Dante, y si Dante Delgado Rannauro supiera lo que hace su gente, echar a la calle a los pobres, se llenaría su cara de vergüenza y vendría a pedir perdón por tener a esos malvados en sus filas. ¿Y los de Morena? Su jefe López Obrador dice que primero los pobres, no se les vio en ese desalojo apoyando a los que menos tienen.
*Los Porras, Ricardo (77 años) y Jorge (72), son únicos hermanos que sobreviven a una familia numerosa (5 hermanos). Su padre allí los dejó viviendo, cuando falleció, por la calle Madero, donde hacen mandados, la gente comenzó a solidarizarse. Empleados de las tiendas les daban ayuda. Son gente de bien, cuyo único lío es haber sido pobres, pero son ricos con muchos amigos que les tienden la mano. Dios no los dejará solos.
EL ACTO FARAONICO
El presidente Peña Nieto se despidió ante los suyos. En el estado de México, con los de Atlacomulco, que la inventiva popular llamó: Atracomucho. Con los despojos y lo poco que queda del PRI, y su primo como gobernador, Alfredo del Mazo, el acto se vio como aquellos en que llegaban todos, los prestigiados y los desprestigiados, como el secretario del socavón, Gerardo Ruiz Esparza y el dos veces compadre del presidente, Benito Neme Sastré, director de Capufe. Peña le dijo al góber que se quedaría a vivir ahí mismo, y que ‘no iba a dar guerra’. Algunos columnistas nacionales ubican a Peña haciendo un año sabático en Londres (a ver si se encuentra a la señora Karime), con su Gaviota y su familia, a aprender bien el inglés, que no se le dio. Otros que no, que solo se va seis meses en lo que se acomoda el de los acuerdos con él, el amoroso AMLO. No se sabe qué pasará con su figura, tendría que vivir el pulsómetro cuando se llega a un restaurante publico, ahora sin guaruras del Estado Mayor Presidencial y sin pensiones, y ver si la gente te aplaude o te grita, o te ladre, como le hacían a López Portillo, por aquello de defender el peso como un perro. La frase muy dicha por Felipe González, de ‘que los expresidentes son como los jarrones chinos. Son muy valiosos pero no se encuentra algún lugar donde ponerlos’, es revalidada ahora. José María Aznar, de España, decía que “llegar a la presidencia era muy fácil, lo difícil era dejarla”. El séptimo año, pesa. Veremos cómo le va a este hombre que abandona el gobierno con la menor aceptación de un presidente.
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