Conforme se consolida el actual proceso de transición política en México, surgen más dudas sobre lo que representa la cuarta transformación de la república a la que se ha referido de manera insistente el presidente electo Andrés Manuel López Obrador y los representantes de Morena en el Congreso de la Unión.
Con este proyecto de cambio, el próximo mandatario pretende ubicar a su gobierno en la misma agenda histórica de la Independencia, la Reforma y la Revolución. En estos tres casos, no sólo se trató de un cambio de régimen político, sino de una profunda transformación del país y la sociedad que requirió incluso nuevas instituciones y normas constitucionales.
Y en ello radica la primera contradicción. Defender la dependencia y sumisión del Poder Legislativo al Presidente es una decisión que marca un continuismo de lo que los mexicanos han decidido cambiar. La independencia del Congreso debe ir más allá de discursos patrioteros para garantizar que las decisiones que ahí se tomen respondan al interés de los mexicanos y no de quien les gobierna.
En los días recientes, tanto la Cámara de Senadores como la de Diputados, dispuso de la integración de las comisiones legislativas, que son la fuente del derecho parlamentario y garantizan nuestro desempeño constitucional y la vida interior del Congreso. Su función es la de dar trámite al primer debate de los Proyectos de Ley, de acuerdo a los asuntos de su competencia.
Las comisiones – integradas por los diputados y senadores de todos los partidos políticos- son los órganos donde se elaboran los dictámenes, informes, opiniones o resoluciones que sirven como insumos para que las cámaras cumplan con sus atribuciones constitucionales.
No obstante, la integración de las Comisiones legislativas de la LXIV respondió una vez más al criterio impositivo de una mayoría legislativa y no a los perfiles de quienes han dedicado una vida a atender problemas específicos. Hoy –como tanto se criticó en el pasado-, las comisiones legislativas representan a un gobierno interior de cuotas donde se cobijan las peores contradicciones.
Es del dominio público como las comisiones legislativas de la Defensa Nacional y del Trabajo en el Senado de la República fueron entregadas por Morena a Félix Salgado Macedonio y a Napoleón Gómez Urrutia, respectivamente. En la Cámara de Diputados, la Comisión de Educación será presidida por Adela Piña Bernal, integrante de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE); la de Cultura por el actor y cantante Sergio Mayer; y la de Deporte por otro actor, Ernesto D’Alessio.
“Regresan las comiciones de Cultura y Cinematografía y Salud a #MorenaDiputados La voz del gremio Cultural se inpone. Con gusto aceptaría la invitación a precidirlas”, escribió textualmente el diputado federal Sergio Mayer en sus redes sociales, en la víspera de que su bancada lo nombrara, efectivamente, presidente de la Comisión de Cultura.
La decisión de la mayoría legislativa de Morena ha sido cuestionada por diversos sectores de la población, cuyo trabajo tienen que ver con el desempeño de estas comisiones. Por ejemplo, escritores michoacanos, con más de 100 artistas adherentes de otras partes del país, han pedido -en una petición en Change.org dirigida a Mario Delgado, coordinador de la bancada morenista- que la presidencia de la Comisión de Cultura y Cinematografía en la Cámara de Diputados no sea para Sergio Mayer, sino para Hirepan Maya, diputado federal de Michoacán por Morena.
Los casos ya mencionados también han sido señalados como una decisión que sólo favorece los intereses de los aliados políticos del nuevo gobierno.
México requiere una transformación profunda y es evidente –porque así lo establece la Constitución- que esta debe construirse desde el Congreso, donde se representa a todos los ciudadanos sin excepción. La falta de experiencia, un gobierno interior de cuotas y el uso autoritario de una mayoría legislativa se convertirá en el primer obstáculo de un país verdaderamente democrático con instituciones eficientes. Servir sólo al Presidente es renacer en el pasado.
Hasta ahora, la cuarta transformación, por ejemplo, se ha olvidado de José Vasconcelos y nos ha traído a Sergio Mayer. ¿O será una transformación de cuarta la que nos propusieron y no lo entendimos bien millones de mexicanos?
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