Por Ramón Durón Ruíz (†)

El viejo Filósofo dice: “Las feas también tiene derecho a vivir… pero no la chinguen, no me las junten a todas en mi barrio”. Pero cuánta razón tenía Ramón de Campoamor cuando afirmaba: “Admiro a la mujer fea que eclipsa a la mujer bella” una mujer así, goza de una autoestima elevada, se sabe parte del milagro de la vida, entendiéndose plena y regocijante en la abundancia de dones y de bienes.
Uno de esos bienes es el poder del humor, que tiene la magia de liberar el espíritu de tus dolores y pesares, poder que te lanza la reflexión de que la mayor frustración es el no saber encontrar el camino para reír y con ello, ser feliz.
Mientras hay personas que laboran cuatro, seis u ocho horas al día, el viejo Filósofo amorosa y cotidianamente trabaja 12 horas en el manejo y estructuración del humor, sabiendo como dicen los viejos de Güémez: que no hay crisis que aguante doce horas de transpiración fecunda y arduo trabajo.
Si me permite parafrasear al gran físico alemán-suizo-norteamericano Albert Einstein diría: “Triste época la nuestra, es más fácil desintegrar un átomo que ser feliz”.
Y el secreto de las abuelas de Güémez para la felicidad radica en cuatro puntos cardinales:
1. Ser feliz en el milagro del hoy;
2. Ser feliz con lo que eres;
3. Ser feliz con lo que tienes, y
4. Regocijarte en los dones sanadores que el amor y el sentido del humor poseen.
¿Y sabe una cosa?, ambos son gratuitos y están diariamente a su disposición, sólo hace falta que abra los brazos al universo y se prepare a recibirlos. Hay un viejo proverbio anónimo que reza así: “La vida hay que tomarla con amor y con humor, con amor para comprenderla y con humor para soportarla” ambos ingredientes le dan a tu vida una percepción inigualablemente positiva.
Al viejo Filósofo, después de ver el extraordinario paisaje que la serranía guemence le provee, le resulta imposible no soñar con un México reconciliado, unido, trabajando en una paz constructiva y creadora, lleno de la felicidad y la alegría que el buen sentido del humor genera.
El humor y su fiel compañera: la risa, desde tiempos inmemorables han suscitado el interés de filósofos y estudiosos, en los últimos 50 años se han multiplicado el número de organizaciones dedicadas a la aplicación del humor como una técnica que busca los beneficios psíquicos y mentales, surgiendo la risoterapia y organizaciones como: Doctores de la Alegría; Doctor Felicidad; Cuento con tu risa; la American Association for Therapeutic Humor; Humor Aula, entre otras.
El viejo Filósofo que se declara abiertamente un aprendiz permanente de la escuela de la vida y desde sus conferencias que dicta por todo el país y en esta tribuna, dedica su espacio vital a reiterarle a usted los beneficios terapéuticos y sanadores del poder del humor, que nos ubican en la justa dimensión de la temporalidad de la vida.
Lo del humor me recuerda aquel chiste que parafraseo en voz del Filósofo: “Cierta ocasión el Filósofo decide ir a su pequeña huerta de una hectárea y media a traer naranjas para su jugo matutino, acompañado de su fiel perro “El poponini” y de su destartalado cesto de mimbre, al llegar a su modesta parcela que está a un lado del río Corona escuchó voces cargadas de ánimo; era un grupo de jóvenes mujeres, que venidas de la capital aprovechaban las cristalinas y bellas pozas para recrearse y bañarse, completamente desnudas.
Estas al ver al viejo campesino inmediatamente se fueron a la parte más honda del río, manteniendo solamente la cabeza fuera del agua. Una de ellas le gritó:
–– ¿Sabes una cosa? ¡No saldremos de aquí mientras no te vayas!
El Filósofo las recorrió a todas con su pícara mirada y respondió:
–– ¡Si no estoy aquí para verlas nadar o salir desnudas del río! y levantando el cesto de mimbre, les dijo:
–– Sólo he venido para… ¡DAR DE COMER A LOS LAGARTOS!”
filosofo2006@nullprodigy.net.mx