No he sido fan de los Medias Rojas. Soy un Yankee irredento, sin embargo, debo reconocer que a lo largo de mi historia personal como aficionado del mejor béisbol del mundo, desde que tenía 6 o 7 años, los patirrojos han sido un equipo que no me disgusta para nada, no me es antipático. Desde mi humilde capacidad apreciativa, digamos que los centenarios -125 años – Medias Rojas es un equipo que me da igual. Pero nunca les quito la vista, los veo de reojo, en la campaña los sigo y el ambiente del Fenway Park (1912) y su “monstruo verde” son un gran atractivo, además hay muchas cosas alrededor de los bostonianos que forman parte de mis debilidades personales. Ahí les van algunas de las cosas que en la vida me han hecho empatar con Boston: En primer lugar, porque es el origen de los Kennedy, y por el culto que les guardo tengo muy presentes algunos lugares que están íntimamente ligados a la leyenda del asesinado presidente, como Martha’s Vineyard y Hyannist Port, que es el lugar en donde la célebre familia tiene su residencia de verano; en segundo lugar, porque ahí se encuentra la escuela de gobierno “John F. Kennedy” de la Universidad de Harvard; en tercero, porque de esa área metropolitana son los no menos históricos Celtics y Patriotas; en cuarto lugar, porque en los Medias Rojas jugaron héroes deportivos norteamericanos de la talla de Ted Williams (el último en batear arriba del .400 de porcentaje), Carlton Fisk, tremendo cátcher, Carl Yaztrzemski, ganador de la triple corona de bateo en 1967, Wade Boggs, el “Come pollos”, cinco veces ganador del campeonato de bateo en la Americana, y en Boston también comenzó su carrera Babe Ruth; finalmente, quinto, es imposible ignorar “Sweet Caroline” de Neil Diamond, gran himno deportivo. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.