Allí está una camioneta de policía, me dice el marido. ¿Y si cruzamos la calle?

Por un momento me atraviesa la idea de contestar de manera afirmativa, sin embargo seguimos nuestro paso por la Avenida Oriente 6. ¿Cómo es posible que la presencia de la policía en lugar de provocarnos seguridad sea todo lo contrario?

Tal vez porque recientemente, una madre desesperada al ver a sus dos hijos en un charco de sangre, pide una ambulancia para que sean atendidos y en lugar de recibir apoyo de un uniformado, éste le grita: “¡Chingada madre! ¡Métase o también le va a tocar!”

Seguimos caminando y hay más patrullas en las calles. Pareciera una ciudad muy segura, aunque sus habitantes no se sienten así, sino todo lo contrario.

Realmente es lamentable que un municipio que ha crecido favorablemente tanto en el aspecto cultural, económico y educativo se vea manchado de la sangre de dos hermanos presuntamente asesinados por policías municipales.

Por todos los rincones de Orizaba se escucha el mismo tema, incluso con las redes sociales la noticia ha traspasado el municipio y hasta el estado. Los reclamos y protestas sociales y principalmente la voz de una madre que clama justicia y que ha recurrido hasta con el gobernador para aclarar la muerte de Ernesto y Román, han dado el primer paso: dos años de prisión preventiva para los policías involucrados y la separación de 90 días del cargo de Director de Gobernación de uno de los hombres más señalados en el caso: Juan Ramón Herebia quien ha estado en varios cargos públicos durante las últimas administraciones municipales y del cual se dice tiene más poder político que el actual alcalde priísta Igor Rojí. Incluso, Juan Ramón ha sufrido varios atentados en su contra y no se encontraron ni los casquillos.

No puedo imaginar el dolor tan grande de una madre al perder a sus dos hijos, pero reconozco el gran valor de la señora Luz María González y de su esposo para hacer declaraciones y denunciar públicamente el asesinato de sus hijos.

Alexa tapó bocas

Aún la recuerdo con el número 03 en la espalda, enfundada en su traje negro con brillos al frente; no podían faltar también los colores de nuestra bandera. Era Alexa Citlalli Moreno, quien vino a Veracruz a participar en el 2014 en los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Su rutina individual en piso de gimnasia artística, así como su participación en las barras asimétricas le llenaron de aplausos en un deporte en donde nuestro país no tiene tanta trayectoria deportiva.

Aun así, en esa ocasión Alexa junto con otras cuatro jóvenes que representaron a México en gimnasia se llevaron la medalla de oro en la rama femenil de equipos.

Dos años después, Alexa participó en los Juegos Olímpicos de Río, y para variar, en las redes sociales las críticas no se hicieron esperar hacia su complexión robusta y hasta de “gorda” la trataron, además de afirmar que la gimnasia no era lo suyo, pues según ellos, tenía que ser delgada.

Hoy Alexa ya es historia al ser la primera mexicana en darle una medalla a nuestro país en un Campeonato Mundial de Gimnasia al colgarse la de bronce en Catar. Hoy ha callado bocas al obtener un puntaje de 14.508, tan solo debajo de la canadiense Shallon Olsen con 14.516 y la estadounidense Simone Biles con 15.366.

Un gran ejemplo para nuestras deportistas mexicanas.

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