El pueblo aprendió que estaba solo y que debía pelear por sí mismo y que de su propia entraña sacaría los medios, el silencio, la astucia y la fuerza. Camelot.

MARCHA MULTITUDINARIA

Al grito de El pueblo manda, cientos, miles de maestros marcharon por las orizabeñas calles en reclamo de Justicia. Quien esto escribe vive cerca de unas escuelas, CEO, a las 8:30 comenzaban maestros y maestras a aglutinarse. Se reunían. Varias escuelas participarían, no solo las de Orizaba, de Nogales, Rio Blanco, Mendoza, los dirigentes del SNTE convocaban a esta marcha que, al paso de las horas, se fue llenando y sumando al pueblo. Y como decía Fernando Gutiérrez Barrios: ‘Cuando el pueblo dice, a las 12 del día, que es de noche, hay que comenzar a encender las farolas’. Había peticiones al gobernador, querían cárcel para Juan Ramón Herebia, no licencia, ahí andaban los de Derechos Humanos y mucho pueblo, mucho pueblo. Pasaron por mi céntrica oficina de Poniente 3, la fila era interminable, la calle llena, maestras con paraguas, el sol quemaba y calentaba, pero nada les calentaba más que pedir justicia, los maestros con gorras, saludamos a algunos, cerca de cuatro cuadras está el Palacio Municipal, hacia allá se dirigían. Es una protesta inédita, atípica, jamás se había manifestado un pueblo en contra de las autoridades municipales. Pedían algunas voces además, la desaparición de poderes en Orizaba y la caída del alcalde, Igor Roji López, quien se sentó al lado del director de Gobernación en silencio, y eso los enardeció más. Calor de protesta. Como las protestas de Mayo en París, o las protestas del 68, era nuestra revolución de los claveles, un pueblo molesto, enojado, con gritos y mantas y pancartas, muchas de ellas hechas a mano con plumón. Justicia era el grito generalizado. Trascendió allí mismo, y lo dio a conocer el padre de los asesinados hermanos Pérez González (Ernesto y Román), que Herebia ya había sido citado por la Fiscalía de Winckler, para que declare de esos acontecimientos, donde lo involucró la señora madre cuando, a la puerta de su hogar, vio a sus dos hijos abatidos a tiros, desangrase y no poder darles el último abrazo del adiós.

MAS DE 10 MIL

Impresionante marcha de miles, se calculaban en 10 mil. En la marcha iba la sociedad civil. Julián Ramos Hernández (La Tía Justa), transmitía en vivo en Facebook todos los pormenores, una buena cobertura periodística, entrevistó al maestro jefe del sindicato y la petición era la misma: Justicia. Llegaron a Palacio Municipal y como pudieron subieron, un hombre se trepó y tocó la campana donde se da el grito del 16 de septiembre, arengando quizá y evocando aquella escena de la Independencia. Lo detuvieron. No había mucha policía, porque hoy están satanizados, aunque hay que valorar que también hay policías buenos y honestos, no todos operan como lo hicieron sus compañeros que, rompiendo el protocolo, dispararon contra los muchachos indefensos. Hay andamios frente al Palacio Municipal, remodelan la calle Colón para hacerla peatonal. Por ahí, por esos andamios trepaba la gente, exhibían las mantas. Todas a lo mismo: Cárcel y Justicia. Tengo viviendo en esta ciudad más de 40 años, jamás de los jamases vi nada igual. Nunca. Jamás un pueblo se mostraba enojado, con razón pidiendo que la ley se aplique. La campana sonaba, no era el Viva México septembrino, era el enojo de un pueblo y una sociedad harta de esos dos crímenes en pleno mes revolucionario. La mecha se encendió. Cobardes, era el otro grito. Las democracias así son. Y los gobiernos, también. Cuando se comete un error, hay que solucionarlo y a veces asumirlo y pagarlo.

Al fondo, el milenario Cerro del Borrego era testigo de ese grito de Justicia. Era lo que más se oía. El otro grito a esa familia era: ‘No están solos’.

El padre, Román Pérez Martínez, y el alcalde, Igor Roji López se vieron en Palacio y dieron una conferencia de prensa. El papá dio las gracias al gobernador por haber intervenido. Allí se conoció que Igor lo había destituido. Con su camisa manga corta, blanca, y un moño de luto en su brazo izquierdo, se deslindó de la persona que se subió a tocar la campana. ¡’No es de los nuestros’, dijo. La nuestra fue una marcha pacífica. Habló el delegado de Política Regional y dijo tener el respaldo para los padres, del gobernador Yunes Linares y que está en manos de la Fiscalía de Jorge Winckler, el proceso que sigue, dio el padre apoyo al presidente Igor Rojí López, porque siempre les atendió, y dejó dicho que si algo le ocurre, a él y a su familia, responsabiliza a Juan Ramón Herebia de lo que pudiera pasarles.

Una triste historia negra de este Pueblo Mágico se cubrió en un día enlutado, fue bueno que el alcalde apareciera a enfrentar la protesta, eso mitigó un poco lo que de él pide la fracción de Morena, que en el Congreso enfocarán las baterías. Los pueblos son lo que su gente quiere que sea. Lope de Vega lo dijo: “Lo que cuenta no es mañana, sino hoy. Hoy estamos aquí. Mañana quizá nos hayamos marchado”. Por eso aquello de ‘No están solos’. Y no lo estuvieron, lograron una de las peticiones de la marcha, la renuncia del director de Gobernación. El padre lo dijo, que nada devolvería la vida de sus hijos, nunca, y que jamás los olvidaría, pero de allí a que haya un poco de justicia, hace ver que siempre hay una luz en el camino cuando oscurece. Qué descansen en paz los dos hermanos, Román y Ernesto, y a los padres, hijo y familias, que encuentren la resignación por un par de vidas que en una locura fueron ultimados. Dios les cuide para siempre, hasta que vuelvan e a estar juntos, sentados en la mesa del Señor. Bendito Dios.

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