“A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en el mismo ataúd.” (Alphonse de Lamartine). Camelot

ENLUTADOS DE NUEVO

No terminábamos de sepultar a dos jóvenes, que fueron cobardemente acribillados por la policía municipal de Orizaba, cuando en Ciudad Mendoza brotó otro doloroso asesinato, de la hija de una diputada veracruzana federal, Carmen Medel Palma, Valeria Cruz Medel, el nombre de la hija agredida, jovencita de 22 años, una vida que se va. Las redes sociales comenzaron a enviar y cruzar información. Se operó desde el principio que la habían confundido con otra joven que actúa con la delincuencia organizada, y que asistían al mismo gimnasio, donde la mataron. Volvimos a ser golpeadas nuestras ciudades, ahora le tocó a un buen hombre, el alcalde Melitón Reyes Larios, hermano del Arzobispo, Hipólito. Cerca del Palacio Municipal la mataron por confusión, según tesis del gobernador Yunes Linares, de acuerdo a las investigaciones que se promovieron con rapidez la tarde misma de ese crimen. ¿Qué mueve a esta delincuencia a perpetrar tan tranquilamente estos crímenes proditorios? No lo sé. Algo hemos perdido en nuestra hecatombe de muertes, en nuestra razón y sinrazón. La escena del Congreso Federal impactó a una nación, que veía a una madre quebrarse a gritos cuando fue informada que su hija había sido asesinada: “Asesinaron a mi hija. Mi Valeria”, se condolía a gritos asistida por colegas diputadas que la sostenían para que no se derrumbara. Enlutaba a ese Congreso, que trabajaba en leyes y se tuvo que ir a muerte. El talentoso Porfirio Muñoz Ledo, jefe de ese Congreso, pidió la suspensión de la sesión y no culpó a Veracruz, culpó al país cuando la numeralia nos dice que somos ya un panteón a diario. 90 muertes diarias es el número que traemos en este gobierno federal que no termina de irse. 90 diarias, con frialdad de fuego, con cuerpos caídos, tumbas anónimas y toda la maldad que se ha enseñoreado en este México lindo y qué herido. Para no creerse. Se anunciaba en las redes sociales que la diputada federal, Carmen Medel Palma, ya venía en camino a Ciudad Mendoza, donde yacía el cuerpo inerte de su hija, doblegada por 9 disparos de estas bestias criminales, jóvenes a quienes contratan de sicarios y luego son liquidados para que no hablen, como en las viejas películas de la mafia de Chicago. Y el gobernador de Veracruz suspendía una gira de trabajo, para acuartelarse con el equipo de seguridad y comenzar a encontrar al criminal o a los criminales. Las luces de Palacio de Gobierno en Xalapa, no se apagaban, como se apagó una vida inocente. Prendidas, encendidas hasta encontrar a estas bestias.

LA REACCION DEL GOBIERNO

El gobernador Yunes Linares anunciaba que a las 10 de la noche daría una conferencia. En el lugar de los hechos, Ciudad Mendoza, estaban el fiscal, Jorge Winckler Ortiz y el secretario Téllez Marié. Así lo hizo, ya tenían detenidos y ya tenían muerto al director material, faltan los intelectuales. Otra vez Veracruz se enlutaba. “Es un día muy triste para Veracruz”, alcanzó a decir al final de la exposición. Lograron con velocidad y con el retrato hablado de varios testigos, que vieron el artero crimen, ubicar al sicario, al que encontraron muerto dentro el auto, porque muy seguro ese fue su precio por haberse equivocado. Liquidado por ellos mismos. “No tiene nada que ver con la actividad política de su madre (Carmen Medel), en Veracruz la vía política es libre y a nadie se le agrede de esta manera, sería una brutalidad pensar que por la actividad de su madre hubiese sido agredida”, dijo el gobernador Yunes. Otra vez a sepultar otro muerto. Otra vez a que las campanas tañen a duelo por una jovencita que, en la excelsitud de la vida, fue quebrado su sueño por unos criminales, una joven estudiante en Ciudad Mendoza de quienes sus amigas dicen que era muy tranquila, alegre, buena amiga y mejor estudiante. Vino a estas tierras a encontrar sabiduría en la Facultad de la Universidad Veracruzana y encontró la muerte, porque un estúpido se equivocó y la confundió. Nada es peor que sepultar un hijo. Quienes lo han hecho saben que es su fin, que no hay mañana ni hay nada que aliente la vida cuando un hijo cae por la violencia. Debemos parar este México de violencia, lo dijo Porfirio Muñoz Ledo, no es posible seguir soportando tantas tragedias, seguir viviendo a diario con estos crímenes que mucho nos enlutan a cada uno de nosotros, pues cuando una hija o un hijo caen así, matan también algo dentro de nosotros. Qué descanse en paz, Valeria. Y que haya mucha resignación a la familia.

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