“Existen seres humanos que son
como las esferas navideñas,
brillan mucho, se adornan con esmero,
pero sólo son para un tiempo,
por dentro están vacías,
y se rompen fácilmente”.
Neftalí Urbina.
Veo una fotografía de Ignacio Marín, publicada en el país.com, que forma parte del Foto Ensayo titulado “De profesión, niña”, y tiene como nota la siguiente (perdonen el abuso de la cita):
“Recoger leña, preparar la comida, fregar los platos, limpiar la casa y, en los ratos libres, asistir a la escuela. Este es el día a día de las niñas etíopes como Qello, de 13 años, para quienes el tiempo de juego y las aspiraciones quedan sepultadas por el trabajo doméstico, una especie de entrenamiento para el matrimonio. Una infancia robada por un destino al que es difícil escapar, donde la desigualdad es la norma.
“En Etiopía, uno de los países más pobres de África, ser niña es un trabajo a tiempo completo. Según un informe de Unicef, es el segundo país del mundo en el que las niñas dedican más tiempo a las tareas domésticas: hasta 28 horas por semana.
“Aquí, nacer niña equivale a una vida de acarrear agua, cocinar, limpiar, recoger leña o cuidar de los hermanos pequeños. Ellas soportan una sobrecarga de trabajo doméstico desigual y abusiva que empieza a edad temprana y se va intensificando a medida que llegan a la adolescencia, lo que les roba la infancia obligándolas a sacrificar oportunidades para crecer o jugar, mientras que supone también un lastre en su educación y desarrollo personal y las expone a violencia física y sexual.
“A su vez, en esta lógica de la desigualdad normalizada, la identidad de las niñas se construye desde la inferioridad y así queda definido su papel en la sociedad. Las niñas son educadas para creer que su trabajo es menos valioso que el de sus hermanos varones y su lugar es el interior del hogar, perpetuando unos roles de género que no solo las explotan, sino que las privan de cualquier futurolejos de casa. Para ellas, el simple hecho de tener alguna ambición es ya un acto heroico en sí mismo”.
Y la pregunta –¿pueden imaginarse?- es: ¿Acaso no pasa en México, en los países latinoamericanos que cada vez más resienten el olvido, las penurias y pobreza, puesto que ya casi se lo han llevado todo, y ahora se ahonda la discriminación y la polarización. La desigualdad en su apogeo. Y ocurre a cualquier edad.
Mientras, sigámonos peleando entre nosotros mismos, que cada quien se rasque como pueda, y a ver quién la tiene más grande, como canta Joan Manuel Serrat, que aquí se las dejo:
Probablemente en su pueblo se les recordará
como cachorros de buenas personas,
que hurtaban flores para regalar a su mamá
y daban de comer a las palomas.
Probablemente que todo eso debe ser verdad,
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas.
Hombres de paja que usan la colonia y el honor
para ocultar oscuras intenciones:
tienen doble vida, son sicarios del mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,
viajan de incógnito en autos blindados
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
a colgar en las escuelas su retrato.
Se gastan más de lo que tienen en coleccionar
espías, listas negras y arsenales;
resulta bochornoso verles fanfarronear
a ver quién es el que la tiene más grande.
Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,
juegan con cosas que no tienen repuesto
y la culpa es del otro si algo les sale mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Y como quien en la cosa, nada tiene que perder.
Pulsan la alarma y rompen las promesas
y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer
nos ponen la pistola en la cabeza.
Se agarran de los pelos, pero para no ensuciar
van a cagar a casa de otra gente
y experimentan nuevos métodos de masacrar,
sofisticados y a la vez convincentes.
No conocen ni a su padre cuando pierden el control,
ni recuerdan que en el mundo hay niños.
Nos niegan a todos el pan y la sal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal.
Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión
de declarar públicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo
que garantice unas premisas mínimas
que faciliten crear los resortes
que impulsen un punto de partida sólido y capaz
de este a oeste y de sur a norte,
donde establecer las bases de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
un hermoso futuro de amor y paz.
Quien tenga oídos…que la oiga.
Los días y los temas
Finalmente, en la LXV Legislatura alguien tuvo que ceder. Todo sea por la esperanza. Así sea.
El presidente Enrique Peña Nieto –ya merito afuera-, dijo en las redes sociales: “Fernando del Paso enriqueció el patrimonio cultural de México. Su obra es un invaluable legado para las letras en español. Mi más profundo pésame a su familia, a sus amigos y a la comunidad cultural que lo reconoce como uno de los grandes creadores del país. Descanse en paz”, escribió en la red social”. ¿A poco ya leyó Palinuro de México?
De cinismo y anexas
El famoso actor Jim Carrey, quien pronto protagonizará la serie Kidding, dijo en entrevista que “…la fama es como la Luna: todo el mundo quiere ser astronauta; todos quieren ir a la Luna sin conocer los riesgos. Pero cuando se meten en la batidora y vomitan, cambian de idea. O cuando llegan allí y se dan cuenta de que su vida está en peligro”.
También expresó, a través de su personaje en el El show de Truman: “Por si no nos vemos, buenos días, buenas tardes, buenas noches”.
Ahí se ven.