Murió Fernando del Paso dejando tras de sí una huella literaria notable y singular en la historia de la literatura en México. Cultivo con su escritura muchos géneros literarios, pero tres fueron sus obras escritas que lo ubicaron como uno de los escritores mexicanos más relucientes del siglo pasado: ‘José Trigo’, ‘Palinuro de México’ y ‘Noticias del imperio’, esta última muy probablemente su obra cumbre.
Me gustaba del Paso por su literatura pero también porque era en su vida personal un hombre de muchas facetas. Ya he dicho en otras ocasiones que me encantan esa clase de personajes notables que no solo trascienden por su literatura, pintura, dirección cinematográfica o musical, por de decir algunas artes, sino porque son personajes que han hecho de su persona un “artículo” en sí mismo vendible para gente como uno que siempre anda en busca de algo más.
Así podría citar a José Luis Cuevas, que me satisfacía más como escritor y actor esporádico muy dado a auto parodiarse, que como dibujante y pintor que fue, digamos, la razón principal de su creación. Lo mismo he dicho de la teatralidad de Arreola o el histrionismo de Dalí, dos características que no podemos disociar de su celebridad principal, y así podría citar otros veinte personajes, entre estos a del Paso. Fue un estudiante interruptus de medicina, luego se inclinó por la economía y las letras; laboró en agencias publicitarias y fue becario del Centro Mexicano de Escritores, así como de las de las fundaciones Guggenheim y Ford. Trabajó de agregado cultural de la embajada mexicana en Francia y colaboró en la BBC de Londres y la Radio Internacional de Francia. Practicó la dramaturgia, la poesía, el ensayo, la pintura y, como el de la letra, fue un enamorado de la gastronomía.
Era además un tipo simpático, agradable, excéntrico en sus atuendos personales, hay quienes lo comparan inclusive con Mick Jagger por sus lentes sicodélicos, en fin. Con Veracruz lo unía el hecho de que fue sobrino biznieto de un veracruzano notable como lo fue Francisco del Paso y Troncoso, del que dice Elena Poniatowska que se le conoce más por ser el nombre del eje vial 3 oriente de la ciudad de México. Por ahí hay una historia de cuándo intentó repatriar los restos de su ilustre ancestro de Italia y tuvo tratos con Rafael Arias Hernández cuando el economista estuvo al frente del Instituto Veracruzano de la Cultura. Rafael debería dar su versión personal de cómo estuvo ese asunto.
Finalmente, para quienes han leído ‘Noticias del imperio’, les recomiendo un viaje que será como una experiencia extrasensorial cuando vayan a la capital de la República consistente en que, con el libro en mano, visiten los dos lugares en los que habitaron dos de los personajes centrales de su novela: el ala oriente del Palacio Nacional, lugar que fue residencia de Benito Juárez y el Museo Nacional de Historia (Castillo de Chapultepec), que fue a su vez la residencia en la que habitaron en las épocas de su efímero imperio los desventurados Maximiliano y Carlota. Transportarse a esa época es inevitable.
Se fue un grande en verdad.
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