Pues nada más le dieron su manita de gato bajo quién sabe qué criterios de conservación de monumentos históricos y, en pocas palabras, lo desgraciaron, acabaron con cuanto vestigio quedaba de la “costra” y la pátina que se va acumulando como la huella inmisericorde del medio ambiente y del transcurso de los años.
Platico.
En un viaje reciente a la ciudad de Veracruz por razones médicas, por pura casualidad antes de regresar, cuando dábamos la “vuelta de rigor” mi esposa y un servidor por el centro histórico del puerto, pasamos por el monumento del barrio de la huaca que, como se sabe, es el último vestigio que queda en pie de la fortificación abaluartada que construyeron los españoles en el siglo XVII, como parte del sistema de defensa para piratas y corsarios europeos que asolaban los mares del nuevo continente.
El baluarte y el castillo de San Juan de Ulúa son los únicos testimonios materiales que quedan en pie de la arquitectura militar propia de la Nueva España, sobrevivientes a la demolición de la muralla y de los demás baluartes ocurrida, según se sabe, a finales del siglo XIX. Es un edificio típico, construido de mampostería de piedra bola, piedra muca (material calcáreo de coral), cal, arena y tabique de barro que traían los bergantines españoles como lastre de compensación de peso.
Bueno, para no hacerles más largo el cuento, de todo esto ya no queda nada. Según letrero que está al frente del baluarte, es la Secretaría de Comunicaciones y Transportes la dependencia del Gobierno Federal la que ha destruido cualquier vestigio que quedaba de las características arquitectónicas originales que relaté en líneas atrás. Un monumento así requiere trabajos de conservación y de restauración excepcional de mucha precisión, en los que se echa mano de técnicas y materiales constructivos muy similares a los que se utilizaron originalmente en su construcción.
En el baluarte nada de esto se respetó. Las obras de conservación y de restauración dieron paso a una reconstrucción de la edificación, los muros fueron revocados con acabado fino y materiales modernos, la escalinata central fue reconstruida en su totalidad y los perfiles fueron alineados perfectamente lo que rompió con la rugosidad propia de una construcción como la del baluarte, sometida a los embates de cañones, obuses y de la naturaleza misma.
Ya difundí en Twitter esta afrenta al patrimonio cultural e histórico de los veracruzanos. Le mandé mensajes a diferentes autoridades pero tal parece que no les interesa, entre estos mandé uno a la rectora de la Universidad Veracruzana, antropóloga además, la doctora Sara Ladrón de Guevara. Hasta ahora nadie ha contestado.
Para acabar diré que en estas obras que se están realizando al baluarte nada más falta que terminen pintándolo y revistiéndolo de alguna loseta, baldosa o azulejo.
Que alguien se haga responsable de ese crimen que, por desgracia, veo irreparable.
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@marcogonzalezga