Ayer que “Cápsulas” de este portal nos hizo el favor de destacar el nombramiento de mi querido amigo –paisano y compadre- Francisco Javier Fernández Perroni al frente de la Dirección General de Marina Mercante de la Coordinación General de Puertos y Marina Mercante de la S. C. T., recordaba cómo buena parte del sexenio pasado por decisiones equivocadas del gobierno federal, el sector naval mercante del país se vio inmerso en una inesperada pesadilla, sobre todo para el importante gremio de marinos mercantes mexicanos, del cual el capitán Fernández Perroni forma parte orgullosamente.
Y es que dentro de la lista interminable de pifias que cometió el ex presidente Enrique Peña Nieto, estuvo la decisión de trasladar al control de la Secretaría de Marina la administración de las capitanías de los puertos del país, hasta hace poco cartera exclusiva de responsabilidad de los marinos mercantes nacionales.
Es decir, de golpe y porrazo Peña Nieto prácticamente sacó de la jugada a ese importante y esforzado gremio de la navegación marítima nacional que, entre otras cosas se había encargado a través de las capitanías de puerto de: 1. autorizar arribos y despachos de embarcaciones nacionales y extranjeras en los puertos mexicanos; 2. regular y vigilar las vías generales de comunicación marítima; 3. abanderar y matricular embarcaciones navales mexicanas; 4. inspeccionar a cualquier embarcación, y 5. otorgar permisos para la prestación de servicios de transporte marítimo de pasajeros y de turismo náutico. Esto es, actividades especializadas que nada tienen que ver con la preparación balística de los marinos militares a los que Peña Nieto pasó esas importantes tareas.
Alguien le metió en la cabeza al mexiquense que, con el pretexto de reforzar la seguridad y el combate al crimen organizado por parte del Estado, la gestión de los puertos mexicanos debía pasar al control de la Marina Nacional, desplazando por decreto, insisto, a ese muy preparado gremio, formado académicamente casi en su mayoría en la Escuela Náutica Cap. Alt. Fernando Siliceo y Torres, institución educativa de mucha tradición ubicada en el puerto de Veracruz, en el bulevar Ávila Camacho, pegada a lo que fue el antiguo acuario y a donde ahora se encuentra la nueva marina y club de yates jarocho.
Total que ante esa situación adversa, Javier y otros destacados miembros del cuerpo naval mercante, entre los que destaco especialmente al capitán Marcelino Manuel Tuero Zorrilla –cuñado de nuestro amigo Luis Arturo Ugalde Álvarez-, presidente del Cuerpo Consultivo Marino Mercante A.C., se abocaron a enfrentar jurídica y políticamente el decreto aprobado por el Senado del 23 de noviembre, en donde se modificaron, adicionaron y derogaron diversas disposiciones de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, la Ley de Navegación y Comercio Marítimos y la Ley de Puertos (nacional), modificatorias todas de la forma en la que se había venido realizando la gestión marítima antes comentada, pasando esas funciones a la marina armada.
Me consta el trabajo desplegado por Javier y compañeros marinos. Trabajaron sin descanso ante diferentes instancias de gobierno y legislativas tratando de convencerlas del error que se estaba cometiendo. Sobra decir, que los resultados fueron poco exitosos para su causa. Pero bueno, por como amanecieron las cosas para mi compadre en la nueva administración que inicia su gestión, parece que las cosas van a volver a la normalidad como originalmente estaban planteadas, es decir, los marinos mercantes volverán a lo suyo. Qué bueno por todo el gremio, que además está impregnado de ese indiscutible sello que tienen todos los marinos indisolublemente ligados al mar y a la navegación marítima, son un poco aventureros y bohemios. Les encanta cantar “Nosotros los pobre marinos” (Y nosotros los pobres marinos / hemos hecho un barquito de vela / pa’ nosotros los pobres marinos, pa´ vivir en el centro del mar, con una bodega repleta de vino…).
Terminaré diciendo que Javier, mi compadre, es un amigo a carta cabal. Nos unen muchos años de amistad y compañerismo, es un marino que tiene muchas millas náuticas navegadas a través de los 7 mares y ha tenido a su cargo algunas de las capitanías de puerto más importantes del país. Es además abogado por la Universidad Nacional, desciende por línea directa del General revolucionario Antonio Portas Domínguez (San Juan de la Punta, hoy Cuitláhuac, 1873) y es hijo de una amiga muy estimada de mi padre, doña Isaura Perroni Portas y sobrino de don Víctor, de los mismos apellidos, igualmente muy amigo de mi jefe, compañero de partidas de póker y de otras correrías en mi pueblo natal. Ambos desafortunadamente ya fallecidos.
Felicidades Javier, eres un orgullo para los que te queremos de toda la vida, tu amistad nos enaltece y honra.
gama_300@nullhotmail.com @marcogonzalezga