*Esa liguilla de la Liga Mx, está para llorar, más aburrida que nunca. A cambio de eso, Emilio Azcárraga Jean, jerarca de Televisa, reafirmó con la NBA que los juegos de basquetbol se seguirán jugando en México. Bien. Camelot.

RUMBO A XALAPA

Miércoles de media semana, este escribiente partió rumbo a Xalapa por la ya muy difícil y transitable autopista de Capufe. Esta autopista, que hasta el cansancio critico su operatividad, cada día están peor, cuando la compañía que el nefasto secretario, Gerardo Ruiz Esparza, contrató con sus cochupos y comisiones, el último día del gobierno de Peña Nieto partieron y dejaron tirado lo que pudieron, no terminaron de señalizarla y se ha vuelto muy peligrosa, tanto que a cada rato hay accidentes, sobre todo que circulan cientos de tráileres doble caja con la carga del Puerto hacia la Ciudad de México. El pavimento ya se encementó unos 20 kilómetros, ahora el apuro es que las casetas tienen demoras, cuando no es la de Fortín es la de Cuitláhuac, eso entorpece el caminar de todos y hace que el turismo lo piense para regresar. Tienen solo dos casetas de paga, cuando debe haber unas doce, seis de cada lado, claro, eso implica construirlas y eso implica dar más trabajo a la gente. Ayer mismo, cuando en Cuitláhuac demoré 20 minutos para cruzar, después de 40 tráileres adelante, envié un tuiter al secretario de SCT, Javier Jiménez Espriú, es cierto que andan muy ocupados con el aeropuerto, donde no les han salido las cosas como ellos quieren, pero debe enviar unos operarios para que vean y le expliquen lo que hay que hacer, aunque lo que hay que hacer es poner seis casetas de cobro de cada lado, sobre todo porque cobran y son bien caras, la de Fortín vale, 30 pesotes, la de Cuitláhuac, 106, y Paso del Toro, 100. Total 236 pesos mexicanos. Un trabajo para el súper delegado, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, que venga, la circule y ponga orden, o que los cese y remueva.

EL COCINERO DE DIOS

Hay un libro del español Ferran Adriá, que si hubiera vivido en el tiempo bíblico hubiera sido el Cocinero de Dios. Es el número uno del mundo en la gastronomía, hasta hace no mucho que lo destronó un danés nórdico de Copenhague, que fue su alumno. Ferran es el Ferrari de la cocina. O el Ampudia de la investigación. O el Héctor Yunes a los gritos. Hagan ustedes de cuenta Messi en el Barcelona. El más entrevistado, en su restaurante El Bulli hay que hacer reserva por seis meses de adelanto para ir a esas comidas que se llaman de degustaciones, puro bocadillito chico, que de dos mordidas te los zampas, nada que ver con las garnachas de Rinconada. Alguna vez estuve en uno así de París, el ‘Michel Rostang’, son apantalladores, entras intimidado, como cuenqueño a uno de lujo, los cocineros con sus manitas elaboran todo, meseros de librea y en su francés espiritual saltas como la pequeña langosta cuando llega la cuenta, eso sí. El libro se llama ‘Un viaje incesante por la Gastronomía’, parte de la historia de Ferran Adriá. El restaurante, ubicado en Cala Montjoi, por allí de Barcelona, al final de una estrecha carretera paralela a la costa cercana a Roses, en la Costa Brava, a unos treinta kilómetros de la frontera francesa, representa la historia de los mejores restaurantes. Ahora El Bulli está cerrado dos años, y se dedica a la Fundación y a crear platillos, abrirá sus puertas por seis meses. Es historia interesantísima este libro de 350 páginas. Es descubridor, como Cristóbal Colón, de platillos y platillos. Se pregunta: ¿Por qué tomamos café y después un huevo para desayunar, y, sin embargo, para comer comemos el huevo y luego tomamos el café? Con él nace la cocina de vanguardia. Hay un antes y un después con Ferran y El Bulli.

ABIERTO SOLO UN TIEMPO

Se da el lujo de abrir por la noche y de vez en cuando por el día. Pero nunca las dos cosas: o comes o cenas. Nunca las dos. Eso sí, a veces, casi todas, comes y te vas, como Fox, porque hay gente afuera esperando turno. En 2002, según el periódico The New York Times, más de trescientos mil clientes intentaron ir, en 2008 fueron dos millones los que pedían cita y mesa. Ferran ha ocupado portadas de Le Monde, Life, Notiver y Crónica de Tierra Blanca, y cuanto canijo periódico del mundo le alabe. Allí te sientas y ellos te sirven cómo les pega la gana. Una vez me ocurrió en el Landó de Madrid, aunque no es de degustaciones, el cocinero, al pedirle la carta, me dijo: “El último que pidió la carta fue un cliente hace dos años. Deja que te sirva”. Y nos sirvió exquisito. Un buen libro de cocina, no solo propio para estudiantes de los culinarios, para todos aquellos que queremos saber algo del mundo y de la cocina de privilegiados. Donde quizá nunca podamos estar, pero a lo lejos, en la imaginación de los libros, transportarnos a esos manteles y a esos bocadillos de degustaciones muy propios de este tipo de restaurantes de vanguardia. Total, en eso del comer, hay que seguir la recomendación de Ferran: “Una buena sardina es mejor que una mala langosta”. Y como él mismo lo dijo: “Comer y respirar es lo único que hacemos desde que nacemos”.

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