Agustín Basilio de la Vega

Todo fin de año representa una oportunidad para hacer un balance de los acontecimientos y de cómo hemos vivido, pero también es una oportunidad para plantear nuevos propósitos para el siguiente. En lo personal, pienso que todos los días del año pueden ser un punto de quiebre en nuestras vidas pero el fin de un año y el inicio de otro es simbólico.
Entre los recuerdos y la esperanza el espíritu de los hombres viaja tanto al pasado como al futuro. El pasado es inmutable y el futuro incierto. Recuerdo una homilía del padre Barradas en la que invitaba a dar gracias a Dios por el año vivido y a pedir por que nos fuera bien en el nuevo, ya que nadie puede saber qué pasará en él.
El monje Alemán Anselm Grüm es un sembrador de esperanza que además es muy práctico. Ha escrito muchos libros a la par que administra un monasterio benedictino. Entre sus títulos esta “el Arte de Vivir”, “Incertidumbre”, “Despreocúpate sencillamente vive” etc. El cristianismo es esencialmente optimista.
En este breve escrito me he hecho el propósito es agradecer a todos los que generosamente me leen en los medios tradicionales y electrónicos, pero también desearles a todos y a sus familias que reciban bendiciones en el año 2019.
Estoy convencido que somos constructores de nuestro entorno y que con mucha fe y trabajo es posible “salir adelante”, escribo esta frase coloquial, porque la mayoría queremos resolver diversos problemas que nos hacen perder la paz.
Gracias por sus buenas palabras que me han animado a seguir compartiendo algunas ideas y les deseo a todos mis amigos y lectores que Dios los bendiga en el año 2019. Muchas felicidades.
@basiliodelavega 31 dic 2018

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