Ha existido, en el PRI de Veracruz, empeño de quienes desde el 2016 y hasta la fecha, han querido sacarlo del bache. Y aquí destaco el esfuerzo de los últimos dos años que hicieran equipos del CDE y militancia, en el tiempo en que fungieron como Presidentes: Amadeo Flores Espinosa (2016-2017), Renato Alarcón Guevara (2017-2018) y Américo Zúñiga Martínez (2018), porque les tocó trabajar sin dinero– ya que el apoyo de las campañas no pasó por sus manos-, vivir las derrotas electorales del 2016, 2017 y 2018 y dejaron todos el físico en el propósito de recuperar la confianza de este instituto político frente al electorado. Entiéndase, apechugar el lastre de la pésima imagen que les heredaron y de aguantar a las figuras políticas que siempre se han sentido con el derecho de manipular al PRI estatal a su antojo, para en su momento acaparar las posiciones para ellos y su gente. Los resultados han hablado por sí mismos y dan la razón de que estas figuras no son la solución y sólo han pensado en sus intereses personales y de grupo.
Pero aún hay cosas salvables. Si aún está el barco flotando, es porque hay gente muy valiosa y con buenas intenciones en el Comité Directivo Estatal y en los municipios, que hoy se la siguen rifando tanto en la base territorial como en las dirigencias de sectores, organizaciones, organismos especializados, comités municipales y estructuras de base. Por lo tanto, sería un verdadero error y una pésima lectura la que se daría a la sociedad, si en el PRI se vuelven a equivocar. Por eso la preocupación de diversos grupos en este partido, de ver con lupa los perfiles de los que aspiran a dirigirlo.
Hoy como nunca se necesita dar un nuevo dinamismo a este partido basado en el respeto, la confianza, la honestidad, la responsabilidad y el trabajo ético enalteciendo principios e ideales pero también trabajo experimentado, especialmente cuando se tienen que resolver serios problemas internos: 1) mal sabor de las derrotas que afectan aun en el ánimo en muchas partes del estado, 2) los problemas financieros y de despidos derivados mayormente, por las multas de la elección 2016—la de gobernador– y que en la actualidad siguen siendo aplicadas y merman las prerrogativas, 3) frenar el avance de la oposición que va con todo para usar los programas sociales con fines electorales, así como 4) defenderse de las amenazas de los grupos internos y externos que lo quieren dañar, para sacar provecho “a río revuelto”.
Porque hoy en Veracruz, con la derrota del PAN pasada y aun con el triunfo arrollador de Morena, hay señales en el contexto nacional y local, que pueden hacer que las cosas cambien, porque ninguna elección es la misma y el electorado es el que manda. Y hoy el ánimo general es que el partido en el poder nacional no convence con sus estrategias y ese panorama si no se mejora para ese movimiento, será la principal razón de su derrota en la próxima elección. Y para muestra lo tenemos en el vecino país.
Pero lo que sí es seguro, es que hoy se espera una reacción diferente en los partidos políticos, y en el caso del PRI estatal, en su militancia de sepa. Aquellos que pueden ver de frente al electorado, los que se sienten orgullosos de sus siglas porque no tienen “cola que les pisen”, los que actúan de buena fe y por convicción, los que no huelen sus manos a corrupción , etc., éstos están conformando un solo frente estatal y harán hasta lo imposible por que su próxima dirigencia corresponda a gente preparada, honesta , sin señalamientos, aceptada por la mayoría de los grupos y dispuesta a salir a trabajar en todo el estado, para revivir el ánimo, lograr acelerar la inercia motivacional y con ello enfrentar los nuevos retos.
Y esa voz se hará valer próximamente en el territorio y en el Consejo Político Estatal electivo.
Gracias y hasta la próxima