Agustín Basilio de la Vega
La semana pasada en México surgió un problema nuevo: algunos estados como Jalisco, Querétaro, Guanajuato y la Ciudad de México entre otros (más de nueve) han padecido desabasto de gasolinas por varios días.
Según el gobierno federal, este desabasto se debe al combate al robo de gasolinas ya que cerraron ductos para evitar el saqueo. Al momento de escribir estas líneas, el gobierno de la ciudad de México “sugiere” racionalizar la venta del combustible a un día a la semana según sea el color del “engomado”.
La crisis es de incalculable costo ya que a las pérdidas económicas de millones de mexicanos se suma la incertidumbre de empresas y de pequeños negocios que dependen de los combustibles. De todo lo que se ha dicho lo más grave es la falta de confianza de los inversionistas internacionales en el curso que seguirán las políticas energéticas en México. El fracaso de los bonos de Pemex en Nueva York representará un mayor costo para los crédito de futuros proyectos de la paraestatal.
Las acciones en contra del “huachicol” lo menos que han demostrado es la falta de estrategia y plan de contingencia para atender de manera eficiente la distribución de gasolinas. Se ha puesto en duda la compra oportuna de las gasolinas, su almacenamiento, su distribución y la eficacia del combate al crimen organizado que ordeña los gaseoductos. Hasta el momento no hay detenciones de delincuentes y el sacrificio ha sido en vano.
Pese al descalabro gubernamental, la mayor parte de los Mexicanos consideran que el gobierno hace bien en cerrar las válvulas aun cuando desconocen las enormes pérdidas que significan transportar en pipas el combustible (es 14 veces más caro que en ductos) y todas las consecuencias en la cadena productiva nacional.
Los mexicanos estamos de acuerdo en combatir la corrupción por que daña la economía de todos al hacer más caros e ineficaces los servicios y las obras que necesita el país, pero no es justo que las medidas de combate a este mal cuesten más caras y estemos peor.
Si se siguen tomando medidas como la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México o el cierre de válvulas sin consideraciones técnicas ni analizando objetivamente sus consecuencias, todo saldrá más caro y afectara el crecimiento del país ya que “está saliendo más caro el caldo que las albóndigas”
Lo que estamos viendo no tiene precedentes. El presidente está comprometido más del 2% del PIB. Al finalizar el presente año veremos qué ni se alcanzará la meta del 4% de crecimiento que prometió en campaña y tampoco el pronóstico del paquete económico del 2.2%.
Si sigue el gobierno golpeando a la economía con cancelaciones de obras, firmando a destiempo contratos, despidiendo injustificadamente a empleados y provocando desabasto de gasolina no es posible mejorar al país.
@basiliodelavega 14 de enero de 2019