*Las mañaneras están convirtiendo a AMLO en una estrella de Youtube, asegura Bloomberg. Estrella del rock and roll, presidente de la nación. Camelot.

LAS DESMAÑANADAS

Suelo ver la conferencia del presidente AMLO, todas las mañanas. En la del lunes, presentó a todo su staff del combate al robo de gasolina, el famoso Huachicol. Esa escena se me refleja como cuando Churchill estaba en guerra, y convocaba a los suyos a informar a la nación y al mundo, los mecanismos que se hacían para ganar la guerra. Aquí también se está librando una guerra. Militares, secretarios de Gabinete, gente financiera, el SAT, inteligencia financiera ordenando acciones y congelando cuentas de aquellos que chupaban la gasolina y metían el dinero a los sistemas bancarios. En 194 gasolineras encontraron inconsistencias fiscales por 3 mil millones de pesos. Para Ripley. Nuestra adoptada jarocha, Rocío Nahle, que ya no ve a Los Tiburones Rojos ni manda marcadores en tuiter, o al menos no tuitea de esa forma, ahí estaba pegada al presidente. Abrieron un frente de guerra y son enemigos. Churchill mismo lo decía: “¿Tienes enemigos? Eso significa que alguna vez has luchado por algo en tu vida”. Esa lucha la lleva el presidente, cuando respondió que ‘sí tiene miedo pero que no se acobarda’. “El que lucha por la justicia no tiene nada que temer”. Se enfrenta a un enemigo muy poderoso. El Procurador explica lo suyo, el staff de guerra contra el huachicol congregó esta mañana de lunes a muchísimos funcionarios, porque había una crítica popular, han detenido muchas cosas del bombeo, pero no hay ningún personaje en la cárcel, y la gente quiere que paguen con brillantes sus pecados, como decía Lara. Una decena de funcionarios hablándole a la nación, desde el war room, después de haberse reunido en una reunión previa presidencial. Nuestras vidas desde hace días están ligadas a los ductos. A los huachicoleros, a las cosas malas que nos han brotado y que tenían años con la complicidad, o al menos la omisión de no ver las cosas, de voltear a otros lados. Congelan cuentas de presuntos millonarios en dólares, de cómo lavaban el dinero en el sistema financiero, de cómo living la vida loca estos delincuentes de cuello blanco o de cuello normal. Algo pasará. Tiene el presidente el apoyo de la gente, y está dando la cara todas las mañanas, en conferencia que va ligada a la gasolina.

LA PEQUEÑA HABANA

Hace unos años anduve por la Pequeña Habana de Miami. La de la Calle 8. La más cubana de todas. Calles con nombres como Celia Cruz y Willie Colón. Busqué dónde comer. Me habían recomendado ‘La Carreta’. Restaurante del número 3555 de la calle 8. Frente al ‘Versailles’, del mismo dueño. ‘Cuisin Cuban’, rezaba el letrero de este restaurante de 40 años de antigüedad, donde tiene una placa a su entrada que honra a aquella migración que salió de Cuba. “En memoria de aquellos cubanos; hombres y mujeres que nunca se resignaron a vivir sin libertad”. Menú como en La Habana: Tamal en hoja, moros con cristianos, yuca en mojo, picadillo, criollo, paticas y lechón asado. Postre: natilla y tocinillo de cielo y flan de queso. Barato. El taxista que nos llevó de regreso al South Beach, un hombre sesentañero que sufrió cárcel con Fidel Castro, cuenta que ha recogido gente del aeropuerto, londinenses que primero vienen a comer al ‘Versailles’ y luego a registrarse al hotel. Pasos adelante, en la 8 y 17, los viejos que no se quieren morir, los que miran por las noches ese mar que separa las 90 millas de su patria querida. Con añoranza, juegan dominó y ajedrez. Lugar de mucho orden. Está prohibido fumar, tirar basura, llevar alcohol, las malas palabras y escupir al suelo. Lugar limpio. Me acerqué a una partida de ajedrez de dos viejos. Ese tablero blanco y negro de 64 cuadros, hacía que los pensamientos de esos cubanos volaran al mar. Al lado, un cubano de pelo ensortijado, que tenía pocos años de llegar de la isla, me hablaba de Lara y de Toña La Negra y de Miguel Aceves Mejía. Donde juegan es una cabaña, ‘Club de Dominó Máximo Gómez Park’, de la ciudad de Miami. Los viejos, con sus vestimentas más humildes se les ve en parejas de dominós y en duelos solitarios de ajedrez en busca del jaque mate al rey, emulando a Capablanca, su leyenda cubana. Los mirones, a un lado. Guardan silencio. No en el dominó, allí todos meten su cuchara. Pasan el día así, deben ser jubilados o ser sostenidos por sus hijos a quienes trajeron de La Habana para integrarlos a esta vida de libertad y progreso en la Florida.

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