Jugar –manipular- gasolina es como si jugaras con fuego. Más si se trata de gasolina de alto octanaje.
Entre paréntesis voy a contar una historia que pasó hace mucho tiempo, en los dorados años juveniles. Alguna vez, en el tránsito de la adolescencia a la adultez, en un campamento fin semanero con amigos y contemporáneos, acampando en la zona limítrofe entre Veracruz y Puebla, una región boscosa que se conoce como Puerto del Aire, al pie de la laguna encantadora del lugar, a alguien se le ocurrió avivar las llamas de la hoguera rociando un chorro de gasolina directamente de un recipiente plástico que contenía unos tres o cuatro litros del combustible. Pues para qué les cuento, por poco y no vivo para contarla. Lo que es la imprudencia y la inexperiencia juvenil, aquella fiesta nocturna en donde nos disponíamos a comer unas carnes y chorizos asados a la leña, de repente estuvo a punto de convertirse en una tragedia de proporciones inimaginables por un acto inconsciente, de repente se empezaron a encender los suéteres y las chamarras de todos los que estábamos ahí congregados esa noche, hasta parecía que nos habían rociado con napalm. No, caray, la gasolina es muy peligrosa, la experiencia que quedó es que nunca hay que jugar con ella, es como una bomba de tiempo, puede reaccionar incendiariamente a la menor fricción.
Por ello consternaba ver a esa infortunada gente de Tlahuelilpan corriendo despavorida ante el estallido del ducto, muchos de ellos convertidos materialmente en piras humanas. Pero era previsible la tragedia, era cuestión de tiempo para que ocurriera lo que finalmente pasó. Y es que nunca falta alguien que consciente o inconscientemente –e imprudentemente también- se lleve la mano a la bolsa para sacar un cigarrillo y encenderlo, el solo chispazo del encendedor hubiera bastado para provocar el desastre, los vapores de la gasolina son altamente combustibles. Inclusive el accionar los celulares, por algo está prohibido usarlos en las gasolineras.
De lo que fuimos testigos el pasado 19 de enero fue de lo que en protección civil se conoce como un evento antropogénico o antrópico. Es decir, hay una perturbación de un entorno natural producto de la intervención o el trabajo del hombre. Existe un poliducto que conduce gasolina, se produce una fuga en la tubería del conducto seguramente provocada por el propio hombre, a su vez se produce un derrame del combustible en estado líquido y la gente, aglomerada, genera un fenómeno socio-organizativo que va desde los homicidios en masa, secuestros, bombas, cyber ataques, armas biológicas y nucleares; sabotaje y terrorismo grandes concentraciones o movimientos masivos de población; demostraciones de inconformidad social, concentración masiva de población, accidentes aéreos, marítimos o terrestres, interrupción o afectación de los servicios básicos o de infraestructura estratégica, conciertos, actividades culturales, deportivas, políticas, carnavales, entre otros.
Aquí un sector de los pobladores del municipio se concentró masivamente para tratar de llenar recipientes con el líquido que se estaba fugando sin medir posibles riesgos o consecuencias. Una fuerza del Ejército trató de contenerlos o disuadirlos de lo que estaban haciendo y del peligro que corrían, pero la gente no hizo caso exponiéndose a la explosión y posterior incendio. ¿Qué otra cosa se podía hacer en este caso?: 1. Cerrar la válvula de control; 2. Llamar a las fuerzas del orden local para reforzar el operativo de contención de la gente; 3. Solicitar el apoyo de protección civil tanto estatal como municipal para tratar de establecer un cordón para delimitar la zona de la fuga, y 4. Llamar a los servicios de ambulancias de la Cruz Roja y a los bomberos ante lo que se podía prever como algo inevitable.
El control de un contingente humano y en las condiciones en las que se dio en Tlahuilpan es una tarea muy compleja, complicada y harto arriesgada para quien o quienes tienen la tarea de establecer un orden. En la sicología de masas se ha caracterizado a un fenómeno así desde que es una colectividad y pluralidad de personas inmanejable, con un estímulo común; sin una organización y dirección aparente, sin forma, de carácter transitorio y esporádico, inestable y efímero; con personas anónimas, despersonalizadas, sustituibles, heterogéneas, incontables; en constante circulación y sin normas o pautas previas.
Es decir, es un trabajo para profesionales de la protección civil y de la gestión y control de riesgos, desgraciadamente muy pocas personas y organizaciones reúnen las condiciones necesarias para hacer frente a este tipo de fenómenos socio-organizativos.
No obstante, creo que sí se pudo haber hecho algo más para proteger a la gente.
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