*El Niño Dios nos escrituró un establo y los veneros del petróleo el Diablo. Camelot

ENERO SE FUE

Se fue muy rápido enero, llega febrero, el del amor y la amistad, el más corto del año. El de los 28 días y los 29 en los años bisiestos. Fue llamado así en honor a las februa en las Lupercales, el festival de la purificación en la Antigua Roma: los sabinos celebraban una fiesta anual de purificación que llamaban februa (de februum, una especie de correa), en una fecha que hoy se identifica como el 15 de febrero. Tras la fundación de Roma y el posterior surgimiento del Imperio Romano, la urbe dominante tomó prestado el nombre de las fiestas ‘februas’ para designar el mes en que estas tenían lugar, que por entonces era el último del año., eso dice Wikipedia. El mes del huachicoleo, cuando el huamachito florece y los huachicoleros huyen y no dejan de huir. La cruzada contra los infieles, que desató el presidente AMLO, seguro va dando resultados, con todo y que haga corajes contra la calificadora Fitch, que puso a Pemex como de quinta categoría, casi como a Los Tiburones Rojos del Veracruz, en caída libre y en descenso. El robo a los combustibles no es nuevo. Sorpresa causó que en Ciudad de México hubiera un túnel como los del Chapo y en alta mar los buques se crucen una manguera y ordeñen a la vista de todo el mundo, de los capitanes de barcos y la tripulación, para desgracia de Carlos Romero Deschamps, que sigue lidiando con los señalamientos de corrupción que carga desde tiempos inmemorables, a Romero le siguen sus fantasmas de la ley. El señalado como corrupto dirigente de Pemex, ese que su familia viaja en aviones privados a Paris con los perritos de la nena, el diario El Sol de México lo encontró comiendo en el restaurante Mesón de Puerto Chico, por el monumento a la Revolución, allí dijo como Mesías o Profeta llamando a su pueblo: “El sindicato le da paz a una empresa como Pemex”. Madres. No sé qué tipo de paz sea, si la de los huachicoleros para que puedan succionar los tubos, como acusó el presidente AMLO y los del sindicato se hacían de la vista gorda, eso quizá si es tener paz, pero para los chupaductos.

AQUEL DESAFUERO

Los robos a Pemex parten de muchos años atrás. En la época de José López Portillo, octubre 17 de 1982, presente lo tengo yo, cuando Díaz Serrano era director de Pemex, que luego fue encarcelado 5 años como chivo expiatorio y antes tuvieron que desaforarlo. Al llegar Miguel de la Madrid, había dos traviesos malhechores funcionarios, Ignacio de León y Jesús Chavarría. En aquel tiempo los barcos de Cantarell se iban derechitos al mercado de Rotterdam, en Holanda, ahí los compraban como Elektra, no en abonos chiquitos, al puro cash, era un tianguis del petróleo. En aquel tiempo el fraude fue de 7 mil millones de pesos. Los dos pillines, Chavarría y De León, huyeron a Chile a los brazos de Augusto Pinochet, que no permitiría fueran extraditados, con esa lana ingresaron como los mexicanos más ricos en aquel tiempo, y el Banco de Chile se alegró de esas pillerías. Eran los tiempos que este par de tramposos se hospedaban en el hotel Crillón de Paris, donde los árabes les ponían la suite más lujosa y volaban en los Grumann privados, el saqueo a Pemex, como el de ahora, era fenomenal, solo que en aquel tiempo solo un pequeño grupo se tentoneaba el petróleo. Díaz Serrano pagó las consecuencias, la aplanadora priísta lo desaforó y cayó a la cárcel. Bellas historias, cuando la palabra Huachicol no existía, pero si las pillerías. Por eso se escribió que ‘El niño Dios nos escrituró un establo, y los veneros del petróleo el diablo’.

LOS SEMPITERNOS DIRIGENTES

Estos sempiternos dirigentes da risa escucharlos. “No tengo miedo”, asegura Romero Deschamps.

El Sol: “Romero Deschamps deja los cubiertos en la mesa. Dice que somos inoportunos. El responsable del sindicato donde están afiliados unos 93 mil 850 trabajadores de Pemex pide paz, comer tranquilo, en la mesa se hace el silencio y nadie mastica.

— ¿Parece que hay una cargada de otros medios en su contra?—, le suelta el reportero.

—No soy el diablo—, responde el exsenador del PRI mientras espera para seguir disfrutando sus lechugas.

Reitera que no tiene miedo, de ser así, no andaría tan tranquilo comiendo en un lugar público como este.

“Después van a decir que quiero matar a Jesucristo”, agrega el secretario del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. El político después estuvo al mando del sindicato petrolero con el priista Ernesto Zedillo, así como en las administraciones de panistas de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa. Y desde hace 60 días le toca trabajar con el primer presidente emanado de las filas de la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador.

Carlos Romero respaldó el pasado 9 de enero de 2019 la lucha en contra del robo de combustibles de Pemex, una estrategia implementada por el fundador de Morena”.

Pues sí, el miedo no anda en burro, digo yo.

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