Héctor Yunes Landa
Todos los días hay cientos de miles de mujeres que, sin importar si hace frío o calor, llueva, truene o relampaguee, tienen que salir a trabajar para sostener a sus hijos, para ayudar a sus hogares. Muchas de ellas, después de los 40 días del nacimiento de sus pequeños, recurren a las estancias infantiles para poder salir a trabajar con tranquilidad. Por eso el Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras, que transexenalmente ha funcionado, se convirtió en un apoyo invaluable para todas ellas: más que una prestación eran espacios donde los menores permanecían bien cuidados, atendidos, alimentados y estimulados en su aprendizaje.
En todo México operan –hasta hoy- 9 mil 374 estancias infantiles en cerca de mil 300 municipios -41 de estos con el menor Índice de Desarrollo y 524 indígenas-, que atienden a 310 mil 628 menores, hijos de madres trabajadoras y padres solos: desde profesionistas hasta trabajadoras del campo. Cada estancia recibía, hasta el año pasado, un apoyo de 950 pesos por menor; mil 800 pesos en caso de que el pequeño tuviera alguna discapacidad, lo cual fue una contribución de la anterior administración federal.
Pero la Cuarta Transformación se empecina en destruir programas que tienen resultados probados e impacto social. Este año, en el Presupuesto de Egresos de la Federación recortó en 50 por ciento los recursos que reciben las Estancias Infantiles, contrario a la dinámica de años anteriores. En su implementación, en 2007, dicho programa recibió mil millones de pesos. A lo largo de 11 años logró un incremento de 300 por ciento, pues el año pasado se destinaron poco más de 4 mil millones. Para 2019 sólo tendrá 2 mil 041.6 millones. Su argumento del recorte, para no variar, es la corrupción, aunque no dan señalamientos concretos, contundentes y convincentes.
Coneval afirma que quitar el subsidio que reciben las trabajadoras o tener que pagar más de la mitad, implicaría que poco más de 34 por ciento de las madres y padres beneficiarios tendrían que renunciar a su trabajo por no tener con quién dejar a sus hijos. Ante la necesidad, ¿imagina usted el riesgo de quien en su desesperación deje a su hijo o hijos encerrados en casa para salir a buscar el sustento?
En una más de sus ocurrencias, ahora a través del Secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzua, proponen que sean los abuelos quienes cuiden a los niños y reciban un pago a cambio. ¿Y quienes ya no tienen padres, o están enfermos, o trabajan o, simplemente, no quieren cuidar a sus nietos? Lo anterior, adicionalmente, de aplicarse, ¡dejaría a AMLO sin gabinete!
No son solo números ni millones de pesos. El recorte insensible deja en la indefensión a cientos de miles de madres de familias en municipios indígenas, de alta marginación, a mujeres que tienen que salir a trabajar para mantener a sus pequeños y darles una vida digna. Por eso, como padre, como abuelo, como diputado federal, una vez más alzo la voz para exigir que este nuevo gobierno reconsidere los recortes hechos al presupuesto: les está pegando en el bolsillo a los hogares al quitarle recursos a las estancias infantiles.
Si les negamos el derecho a las madres de trabajar, si cerramos estancias infantiles por falta de apoyos, ¿cómo pueden hablar entonces de prosperidad para todos? Vamos a seguir luchando para que ninguna niña o niño se quede fuera.
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