ADRIÁN TREJO

La atención de medios y políticos se ha centrado en los últimos días en la desaparición del presupuesto para las estancias infantiles, lo que ha generado un debate nacional de casi dos semanas.

Pero hay otro programa que fue borrado también por la actual administración tan o más importante que las propias estancias infantiles: los comedores comunitarios.

Aunque en la página oficial de la hoy Secretaría de Desarrollo Social sigue apareciendo la Cruzada contra el Hambre en su catálogo de programas asistenciales, no hay información reciente sobre él.

La Cruzada nació a partir del decreto presidencial del 22 de febrero de 2013, mediante el cual se crea el Sistema Nacional contra el Hambre.

A partir de ello se diseñó una estrategia con el fin de llevar alimentos a los municipios en pobreza extrema de una docena de estados, entre ellos Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Guanajuato, entre otros.

Para 2014, el Gobierno federal asignó un presupuesto de mil 628 millones de pesos encaminados al programa Sin Hambre, que después derivó en la Cruzada.

Dos años más tarde, el presupuesto asignado al programa creció exponencialmente hasta sumar 23 mil 150 millones de pesos para atender a una población de 537 mil mexicanos sin acceso a alimentación.

En 2016 se habían instalado cinco mil 68 comedores comunitarios que atendían lo mismo a niños que ancianos, indigentes y terminaron brindando el servicio a la población en general.

Ello derivó en una observación de la Auditoría Superior de la Federación, que en su reporte de 2016 cuestionó si dicho programa realmente ayudaba a los más necesitados.

La información disponible en la página oficial de la Secretaría del Bienestar dice que la Cruzada “contempla la concurrencia de programas y acciones de 90 programas federales de 19 dependencias, además de los Gobiernos estatales y municipales.

“La Cruzada Nacional contra el Hambre es una estrategia, no un programa presupuestario; no tiene un presupuesto asignado. Coordina acciones de muchas dependencias y entidades de la Administración Pública para conjuntar esfuerzos y recursos de sus presupuestos con cargo a los respectivos programas aprobados para el ejercicio fiscal correspondiente’’.

Sin embargo, sí aparece como programa en su catálogo de medidas asistenciales.

Pero es lo único que hay.

A menos, claro, que el Gobierno haya decidido entregar directamente esos recursos a cada uno de los beneficiarios –como en las guarderías- para que ya no usaran los comedores comunitarios, sino que decidieran, con sus cinco pesotes diarios, comer en el lugar de su preferencia.

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El Conacyt tuvo que reconocer, a regañadientes, que se equivocó en la designación de Edith Arriega Meza como subdirectora de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (CIBIOGEM).

En un comunicado, el Consejo aseguró que desde el primer día de febrero se había terminado la relación laboral con la licenciada en diseño de modas, a la que se le había encargado un programa en específico sobre el cultivo de maíz en el área del DF y cercanías.

El boletín destacó que la ahora ex funcionaria “es depositaria’’ de vastos conocimientos sobre diferentes tipos de maíz, ya que es de Milpa Alta, de familia campesina.

Bien, con esa lógica busquemos a un curandero para la Secretaría de Salud y un albañil u operador de tráiler para Comunicaciones y Transportes.
Total, también son depositarios de amplios conocimientos en el sector.

Tomado de 24 Horas.