“Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad
que dará luz, justicia, dignidad a todos los hombres”
Rimbaud.
El crecimiento de las ciudades en términos de competitividad es sumamente desigual en todo Iberoamérica, esto se debe a la forma en que han sido gobernadas, generándose una gran desigualdad entre ellas, incluso dentro de un mismo país, de una ciudad a otra, en el caso de México podemos ver este fenómeno si comparamos Querétaro con Xalapa por citar solo un ejemplo y a nivel Veracruz veremos una diferencia abismal entre Orizaba con Poza Rica.
Las ciudades van generando su propio desarrollo, se vuelven más o menos competitivas y generan altos o bajos índices de bienestar según su modelo de gestión gubernamental y la calidad de su ciudadanía, ello plantea un reto muy importante para la competitividad de las ciudades; el caso de Veracruz con un importante número de ciudades que tienen arriba de 100 mil habitantes, constituye una gran oportunidad para el desarrollo si las pensamos como una sólida red de ciudades que se complementan en la cual cada una de ellas es una ciudad-nodo articuladora del desarrollo regional y además interconectadas entre si.
Por ello el futuro de las ciudades en Veracruz, debe ser analizado desde varias perspectivas que nos permitan, en un primer momento, enfrentar los grandes retos, que en un principio son: la generación de empleos, seguridad ciudadana, servicios que otorguen bienestar, cambio climático y el fortalecimiento del tejido social; asegurando el derecho a la ciudad y comprendiendo que, de la misma forma en que la ciudad nos otorgó una forma de vida, ahora nos corresponde a nosotros asegurarnos que quienes se integren a ella lo hagan de manera que les otorgue seguridad, oportunidad y bienestar.
Los cambios vertiginosos obligan a establecer políticas de ciudad que permitan luchar con eficacia contra el cambio climático y fomentar el cuidado del medio ambiente; gran parte de las causas que aceleran dicho cambio residen también en la ciudad. Por ello, las autoridades deben convocar a la ciudadanía, movilizarlas e implicarlas en un proceso de innovación social y cambio cultural, como base para construir un modelo de ciudad resiliente, que conduzca a la realización de actividades productivas con la menor huella ecológica posible.
Dado los cambios drásticos en cuanto a tecnologías y formas de producción y distribución de productos para el consumo se refiere, las ciudades deben reivindicar su papel de liderazgo en la conformación de un eficiente tejido económico que responda a las nuevas necesidades y sea capaz de explorar yacimientos de empleos de futuro, de nuevo cuño, aprovechando no solo las nuevas y viejas vocaciones, sino también potenciando el conocimiento como aportador de valor a los productos comerciales de cercanía que se pueden consumir no solo en la ciudad, sino externalizándolos hacia otros mercados de la red de ciudades.
Las urbes modernas deben impulsar un modelo de desarrollo urbano que sea innovador, que de movilidad eficiente pero además que permita retener y atraer talento y actividad empresarial.
Debe ser capaz de generar empleo suficiente y de calidad, pues es triste y nos afecta en lo familiar y económico producir en nuestras universidades excelentes profesionistas y luego expulsarlos a otros estados o países por no haber sido capaces de retenerlos a través de empleos justos y remunerados, por ello toda actividad económica en la ciudad debe mirar hacia el futuro y prepararse para él.
El derecho a la ciudad pasa por la cohesión social, las ciudades deben desarrollar proyectos que fomenten la igualdad de derechos de la mujer y de todos los grupos sociales vulnerables organizados o no, las políticas de ciudad deben crear espacios en donde los jóvenes puedan construir su futuro de forma activa y las personas mayores disfruten a plenitud sus actividades y retiro.
De ahí la importancia de construir ciudades accesibles con visión universal, fomentando a la vez actividades lúdico-educativas que den un nuevo impulso de vida a la gente mayor y aprovechemos su conocimiento acumulado para las nuevas generaciones, pero además de generar programas educativos que perfilen al nuevo ciudadano que requerirán las ciudades.
Todos estos desafíos no pueden enfrentarse sin la participación organizada de todos los actores en el territorio, para lo cual es indispensable una nueva gobernanza que en principio, para ciudades como las del estado de Veracruz, realice una regeneración democrática que haga imposible la corrupción, genere sentido de pertenencia, ciudadanía y corresponsabilidad de sus habitantes con la cosa pública, la gestión de la ciudad, la creaciónde redes y asociaciones vecinales, y la creación de capital social de calidad.
El desafío principal entonces para llegar a la espléndida ciudad que Rimbaud imaginó es, sin duda, crear un gran pacto social que contenga buena ciudadanía y buenos gobiernos con calidad en ambos casos, que estén dotados de leyes justas y planes estratégicos que se ejecuten al cien por ciento, para ello es necesario un componente más que puede ser el detonador de todo: liderazgos emergentes en todos los sectores sociales que, además generen una nueva clase política capaz de estar a la altura del deseable futuro de las ciudades y entonces si, como dijo Neruda: la poesía no habrá cantado en vano.
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