LA GRAN DEPRESIÓN
Enrique Campos Suárez
En un país con ganas de crecer, se reúne el presidente con los más importantes empresarios para ponerse de acuerdo sobre la visión nacional de los próximos 20 o 30 años.
Aquí, una reunión así sirvió para pedir al jefe del Ejecutivo que cumpla con su obligación de hacer que se respete la ley, y que el presidente exija a los hombres del dinero que cumplan con su deber de pagar impuestos.
Como sea, el valor del encuentro entre Andrés Manuel López Obrador y el Consejo Mexicano de Negocios radica en la ratificación del principio del gobernante de que sin la Iniciativa Privada no puede cumplir con sus objetivos de estabilidad y crecimiento.
Y entre los puntos que necesariamente se tienen que cumplir para lograr ese ambiente que permita crecer a tasas de 4%, como quisiera ver López Obrador, se necesita un ambiente de estabilidad macroeconómica.
No habrá que esperar hasta la presentación del Paquete Económico del próximo año, en septiembre, para identificar si realmente hay un compromiso con la estabilidad financiera del país.
Los mercados presionaron los tiempos para mostrar si para Petróleos Mexicanos tienen planes de recuperación financiera o de darle un tiro de gracia.
No son pocos los funcionarios del gobierno federal que se han puesto a prueba y que han mostrado claramente que están rebasados por el puesto y sus responsabilidades.
Pero para mantener esa estabilidad financiera, hay un funcionario que no puede fallar, que tiene la obligación de mantener la disciplina, a pesar de las múltiples presiones que sin lugar a dudas recibe todos los días para abrir la cartera de la hacienda pública.
El secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzúa, tiene uno de los trabajos más ingratos de la 4T, porque del mismo jefe recibe la presión para mantener la disciplina y al mismo tiempo de dotar de recursos a los onerosos programas asistencialistas prioritarios de su gobierno.
Y para poder gastar hay que tener buenos ingresos para no recurrir al endeudamiento. El crecimiento económico es una fuente de mayores ingresos, pero se ve interrumpido por factores como la falta de combustibles, los bloqueos de la CNTE, las huelgas inducidas y por la desconfianza que generan algunas decisiones del gobierno.
Y del lado del gasto, las presiones para no aplicar recortes, para aumentar recursos, para administrar la austeridad, pero en los bueyes de mi compadre, son constantes y desgastantes.
No será muy bueno Urzúa dando consejos sobre la sustitución de abuelitos por cuidadoras de estancias infantiles, pero en lo suyo es un activo que el presidente tiene que cuidar.
No sólo tiene que alejarle las presiones de los que le exigen más recursos, so pena de acusarlo con el presidente si no los otorga. Sino que el propio López Obrador debe respetar los límites que le ponga Urzúa a sus planes de gasto.
Si a alguien tiene que cuidar el presidente López Obrador es a Carlos Urzúa por todo lo que éste representa para la estabilidad de su gobierno.
Porque sería difícil que incluso con un ejercicio irresponsable del gasto público se lograra un crecimiento excepcional pero artificial, porque el tamaño del gobierno no da para tal influencia.
Y si lo que desea es el concurso de la Iniciativa Privada para aspirar a tasas mayores de crecimiento, una de las condiciones básicas que pone cualquier hombre de negocios es que se pueda tener un ambiente de estabilidad macroeconómica para invertir.
Así que lo más conveniente para el gobierno federal es cuidar la estabilidad y de paso a su secretario de Hacienda.
ecampos@nulleleconomista.com.mx
Tomado de El Economista.