Un santuario subterráneo al este del Templo de Kukulkán en Chichen Itzá fue explorado por el Proyecto Gran Acuífero Maya del INAH, que identificó cientos de incensarios y artefactos- parte de ofrendas- relativos al uso ritual de la cueva laberíntica, denominada Balankú. La oquedad fue descubierta de manera fortuita 50 años atrás por ejidatarios del lugar, y cerrada. «Es un tesoro de información científica», afirmaron especialistas. La nota es de Yaniret Israde en «Reforma».