¿Qué va a pasar con el PRI ahora que ya no detenta el poder? ¿Estamos –estoy- viendo la declinación definitiva del histórico partido político que el pasado 4 de marzo cumplió 90 años de fundado? ¿Estamos ante la cancelación de una etapa histórica en donde el Partido Revolucionario Institucional fue un actor determinante?
Híjoles, no sé, no descarto nada, todo puede suceder, pero lo que sí creo es que el PRI necesita reinventarse, rehacerse de los restos (cenizas) que quedan de él, de sus despojos, vamos. Yo sé que esta afirmación puede molestar o herir la susceptibilidad de más de un amigo, pero el escenario político actual del país lo único que pronostica para el futuro del PRI son escenarios complicados, de una alta probabilidad de escenarios catastróficos. Para no ir más lejos, en la próxima elección extraordinaria de Puebla del próximo domingo 2 de junio, según sondeos de cómo se va a comportar el voto en relación al candidato priista, los augurios son terroríficos, andan las estimaciones en una intención del voto de alrededor del 3%.
Hace un buen tiempo que no tengo una preferencia definida por ningún partido político en especial. En las últimas elecciones en donde se ha disputado diferentes cargos de elección popular he votado de manera diferenciada, y en algunos casos he sufragado más por la persona que por las siglas o ideología de un partido en especial. Debo mencionar también, ya lo he dicho y contado en otras ocasiones, aunque nunca me afilié como miembro efectivo al PRI, a cambio sí he trabajo directa e indirectamente para el tricolor, de esta última forma he hecho más trabajo de gabinete que cualquier miembro activo e histórico del Revolucionario, el que me digan, con desde manuales, convocatorias e inclusive guiones en donde he puesto en boca de asambleístas lo que han tenido que decir en convenciones electivas con delegados democráticamente electos, por ejemplo en las que resultaron designados candidatos de unidad a las presidencias de Veracruz puerto y de Xalapa, Efrén López Meza y Armando Méndez de la Luz, respectivamente. Todavía tengo los borradores por si alguien lo duda. Ni modo, así hacían las cosas en el PRI para que nada se saliera de control, cosa que para nadie es un secreto.
Y bueno, antes debo decir que yo llegué a Xalapa a trabajar allá a principios de 1986 en la campaña de Fernando Gutiérrez Barrios. Tuve una oficina compartida en el edificio de Ruiz Cortines y Francisco Moreno en la época en que Dante fue el presidente del PRI estatal, de donde me desalojó para ubicar en ese mismo cubículo a Augusto Ponce Coronado y mandarme a una oficina a Ávila Camacho en donde luego estuvo, creo, la Secretaría de Desarrollo Económico, pegado a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, como se llamaba antes. Pero insisto, fue un trabajo profesional, nunca he estado afiliado a partido político alguno. Hace poco resultó que aparecimos afiliados al PANAL mi esposa y un servidor, por lo que tuvimos que interponer un recurso de protección de derechos políticos ante el INE. Recurso, por cierto, demasiado engorroso y tardado.
La cosa es que no tengo una afinidad político partidista definida. Por el contrario, mi rechazo a ciertos partidos y a ciertas orientaciones ideológicas es claro. Pero volviendo al tema de que si tiene o no futuro el PRI la verdad es que veo un panorama muy obscuro. Creo que se está volviendo intrascendente, su discurso no está pesando ni calando en el ánimo de los ciudadanos. El PRI corre el riesgo de vivir más de los recuerdos de su pasado que de lo que eventualmente podría hacer para recuperar la cima del poder en el futuro. Es más, el panorama se ensombrece más porque el tricolor es un partido que nació en el poder y a partir del poder, y en esa condición natural es que es poco probable que lo que queda del PRI veo poco probable que sea operacional.
El PRI sin fiel de la balanza es como un menor de edad huérfano. El PRI ganó en 2012 porque en los 12 años que el PAN estuvo en el poder fue incapaz de desmontar el andamiaje institucional del tricolor, simplemente se treparon al poder y los panistas se dieron cuenta que era “muy padre”, pero de ahí en fuera no hicieron nada desterrar políticas corruptas y antipopulares. Y también ganó el PRI porque tuvo un candidato carismático que fue sobre posicionado por la televisión, principalmente.
Finalmente, para recuperar lo más alto del poder, para el PRI y para los demás partidos políticos esa posibilidad depende más de lo que haga el partido en el poder y su presidente de lo que hagan o dejen de hacer los propios partidos. O sea, las variables son dependientes.

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