REVOCACIÓN DE MANDATO
¿AVANCE O RETROCESO PARA MÉXICO?
Por Francisco Berlín Valenzuela*
(Segunda Parte)
Es interesante recordar que el ideólogo del materialismo histórico Karl Marx, recomendó la revocación del mandato de los gobernantes, en sus escritos sobre la comuna de París, según se asienta en la Enciclopedia de las Instituciones Políticas, editada por Vernon Bognador. En los comienzos del Siglo XX algunos de los escritores políticos de la época pugnaban por el establecimiento de formas de democracia semidirecta, tal vez con el propósito de restar la creciente influencia que venían ejerciendo los partidos políticos en sus luchas por alcanzar el poder.
Es indudable que el tema de la revocación de mandato tiene seguidores y también detractores, que han expresado sus opiniones para recomendar su práctica política o bien para oponerse a su aprobación por los inconvenientes que le señalan.
Así, podemos decir que una de sus ventajas la constituye el hecho de que con su práctica, se hace responsable a los gobernantes del cumplimiento de sus compromisos hechos a los electores durante su campaña, pues si estos le pierden la confianza por su trabajo irresponsable, pueden exigir su sustitución por otros funcionarios.
Muy bien podríamos afirmar que la existencia jurídica de la “revocación de mandato”, es para un régimen presidencial como el de nuestro país, el equivalente al “voto de censura” de un sistema parlamentario, por medio del cual se posibilita la caída del gobierno, cuando la oposición dentro del parlamento considera que se ha perdido la confianza a los funcionarios que lo integran por las acciones políticas realizadas.
Una ventaja más de esta institución, es que a través de ella se evita que los gobernantes abusen de su poder y hagan un uso indebido en el desempeño de sus cargos, reduciéndose de esta manera los múltiples actos de corrupción y de enriquecimiento ilícito, que la mayor parte de las veces no pueden justificar.
Cumple también la existencia de la revocación, con el propósito de que los funcionarios públicos trabajen con mayor eficiencia realizando sus tareas, apegados a una conducta ética, que tenga presente el bienestar del pueblo.
Se me ocurre también, que esta institución de la democracia semidirecta brinda al pueblo la posibilidad de que enmiende su error al elegir a sus gobernantes, cuando se siente defraudado por su comportamiento político e incapacidad para el desempeño de su cargo.
Por cuanto a las desventajas que se le señalan a la revocación, se argumenta que en un régimen multipartidista, donde los funcionarios pertenecen a distintas organizaciones políticas, se propician batallas frecuentes y desencuentros por la forma de gobernar, por lo que la exigencia de destitución de funcionarios en los diferentes niveles de gobierno, suele alentar a las fuerzas políticas a actuar con revancha, manifestando su inconformidad entre los grupos políticos rivales.
Otro aspecto negativo que se le señala a esta forma indirecta, lo constituye el hecho de que si no está jurídicamente regulada, sobre todo en cuanto a los porcentajes requeridos para su instrumentación, los partidos en el ejercicio de los cargos públicos, pueden manipular la revocación y pretender influir en los electores para que se manifiesten a favor o en contra de la sustitución de funcionarios.
Destaca también en este análisis sobre la revocación, la manipulación que sobre ella pretenden hacer los gobernantes a fin de seguir conservando el poder, encausando a su favor la aplicación de esta institución, sobre todo cuando ejercen un poder excesivo, sin frenos ni contrapesos, por parte de fuerzas políticas antagónicas, que le hacen conducirse al margen de los postulados y principios de la teoría de la división de poderes, manteniendo a las instituciones políticas bajo su control por medio de sus partidarios.
Considero que estas son tan solo algunas de las reflexiones que el tema de la revocación del mandato genera, y que actualmente forma parte del debate nacional en nuestros días, lo que nos conduce a pensar que debe ser analizada con cuidado a fin de preservar la legitimidad de origen del poder y lograr el funcionamiento adecuado de las instituciones políticas.
Desde mi punto de vista, la revocación debe tener candados suficientes para evitar que se haga un uso faccioso de ella y solo se pretenda darle al pueblo la ilusión de que es él quien decide si un gobernante debe o no permanecer en el cargo. En todo caso, ante la falta de experiencia en la instrumentación de esta institución, se hace necesario, que las fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión, actúen patrióticamente y sean lo suficientemente leales a los principios que inspiran la democracia mexicana, que aún está muy lejos de su consolidación política.
Pienso por lo tanto, que su implantación es positiva para el sistema político mexicano, porque tiene la virtud de actuar como “Espada de Damocles”, que pende sobre la cabeza de los gobernantes, quienes por la amenaza de que pueda llegar a dañarlos en sus aspiraciones políticas, tratarán de cumplir, con las responsabilidades otorgadas por el pueblo a fin de no defraudar su confianza.
Invito a mis lectores, a hacer uso de su imaginación y a reflexionar por un momento cómo se hubieran comportado los gobernantes del pasado si hubiera existido en su tiempo, en nuestra Constitución Política, la revocación de mandato. Seguramente hubieran actuado de otra manera, con una mayor responsabilidad y no hubieran existido tantos fenómenos de corrupción política y de deshonestidad que tuvieron lugar en diferentes sexenios, pues la sociedad mexicana hubiera tenido la posibilidad de exigir la revocación de su mandato, ejerciendo mayores controles contra su indebido proceder, que en muchas ocasiones les permitió lograr fortunas mal habidas y causar severos daños a la economía mexicana en lo financiero, endeudando exageradamente al país, manteniendo un poder adquisitivo de nuestra moneda en muy malas condiciones, desmantelando la principal industria petrolera, todo lo cual propició al final de sus sexenios, una gran cauda de millonarios en quienes ejercieron la Presidencia de la República y la mayoría de sus colaboradores, los cuales llegaron a pensar que los puestos públicos que desempeñaban eran una ocasión para su enriquecimiento personal.
De ahí, que entonces no debemos tener miedo a las instituciones, pero sí debemos vigilar que puedan desarrollarse en las mejores condiciones dentro de nuestro sistema político, para que realmente puedan garantizar el avance democrático de la nación
Ya el presidente López Obrador, en una muestra de buena fe, se ha comprometido, a través de una declaración pública firmada, de que no buscará su reelección en el futuro inmediato por ser contrario a sus principios y a sus creencias políticas. Sin embargo es necesario que él acepte que su propuesta de revocación de su mandato hecha durante su campaña, deberá de hacerse el 1 de diciembre del 2021, en vez del primer domingo de junio en que se llevaran a cabo los comicios para elegir a los diputados que integrarán la próxima legislatura, con el propósito de no contaminar la elección ni provocar suspicacias en el sentido de favorecer a los miembros de su partido apareciendo en la boleta.
Esto contribuiría a facilitar la aprobación en el Senado de la República, de esta forma de democracia semidirecta que ya fue aprobada en la cámara de diputados, pues según se ha manifestado la oposición integrada por los senadores del PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano no están de acuerdo en apoyar lo que hizo la colegisladora, frustrando así la reforma constitucional, al evitar la mayoría calificada requerida, que permitiría introducir la revocación de mandato para el Presidente de la República, gobernadores y jefe de gobierno de la Ciudad de México.
Esperamos que esta polarización que se ha presentado en la Cámara de Senadores, sea superada con inteligencia y racionalidad política para bien de esta figura de revocación de mandato, que tiene mucho que ofrecer para mejorar las condiciones del ejercicio de la actividad política mexicana, combatir la corrupción y propiciar el avance que requiere la democracia mexicana.
Doctor en Derecho. Especialista en Derecho Electoral y Parlamentario, autor de libros sobre estas materias. Conferencista y catedrático universitario. Exdirector fundador de El Colegio de Veracruz.