Andrés Calamaro es un salmón que compone y canta; que habla y grita, sueña y escribe. Uno que a contracorriente, río arriba, hace rock inteligente, pop, balada y rancheras.
Desde que surgió con su banda Los Abuelos de la Nada es un personaje en la historia del rock en Latinoamérica. Un hombre, como se le diría, muy neta, y un artista provocador, de esos de rompe y rasga.
Habla a través de las agallas. Lo hace sobre su amor por la escritura, de los tiempos actuales de la música y la Internet; de las rancheras y hasta de Los Tigres del Norte, de quienes afirma, tienen mejores letras que los Rolling Stones.
Calamaro promueve Cargar la suerte, racimo de 12 rolas con verdades personales y secretos difíciles de escuchar. Piezas lacerantes y sublimes.
En una charla con La Jornada por correo electrónico, Calamaro expresa estar de acuerdo con que los actuales ya no son tiempos de prejuicios ni de géneros, sino de movimientos culturales.
Asegura: “es la Internet la que foguea la sensación de desacuerdo y discusión. Los peces, de mar y de río, aconsejamos no enredarse demasiado. Respirar con las branquias, como siempre. El pop no es un género musical, es una estructura formal. No son canciones con melodía versusguitarras distorsionadas; nada que ver. Pop fue la Ópera y Frank Sinatra. Es un vehículo, un terreno”.