*Del gran Borges: “Que otros se enorgullezcan por lo que han escrito, yo me enorgullezco por lo que he leído”. Camelot.

EL ADIOS DEL MAGISTRADO BETO SOSA

Alberto Sosa Hernández (Lerdo de Tejada-1949), Magistrado, alguna vez Presidente Magistrado de ese poder en Veracruz, donde las leyes cobran vida. Leo en Diario de Xalapa a Gustavo Cadena Mathey, que anuncia el retiro de Beto Sosa, por cumplir 70 años de vida, como a los Cardenales o a los Obispos, que los retiran cuando la edad llega. Los obispos y cardenales papales al cumplir 75 años se van a casita, y a los 80 no pueden entrar a la Capilla Sixtina a elegir Papa. Tengo el honor de ser amigo personal de Alberto Sosa, seguido nos reunimos un grupo en Xalapa a comer una tarde y unas dos copas de vino y abordar los tópicos del día, o la semana. Es una gente muy estudiosa, preparado, lector de los clásicos griegos y de los romanos, conocedor de las leyes y un hombre de bien, muy apegado a su familia. Muy institucional. Recuerdo que cuando llegó el triunfo de Miguel Ángel Yunes Linares al gobierno de Veracruz, el gobernador electo llamó a Alberto Sosa y le pidió reunión con los magistrados del poder judicial. Beto Sosa les llevó a todos. La institucionalidad al frente. Hasta los que barrían allí y las secretarias hacían fila para saludar al electo. El saber y conocer de la política lo ha llevado a senderos de la convivencia en las leyes. Deja una buena huella en ese paso por el Tribunal Superior de Justicia. Desde que muy temprano, cuando de defensor de oficio comenzaba su carrera, donde en la Universidad Veracruzana abrevó ese saber. En su carrera ha sido reconocido como Mejor Juez, Mejor Abogado y varias premiaciones y reconocimientos. Fue Magistrado presidente de 2010 a 2016, en esos años cultivó amistades y aplicó la ley. Actualmente es Magistrado integrante de la Séptima Sala en Materia Penal, desde donde ve venir su jubilación. Buen viaje, querido amigo, a descansar y seguir en la tranquilidad y en la lectura de los grandes, ya nos veremos estos días en la comida de despedida con ese grupo jalapeño, donde Jesús Corichi convoca como el Messi de las Relaciones Publicas.

LEER POR LEER

Hay una campaña mundial por leer. Anda por doquier. Hay que enseñarlos a leer, acostumbrarlos a que lo hagan desde cuando son niños, sea cual sea el medio: periódicos, revistas, folletos, libros, Tv y Novelas o Tv Notas, cualquier cosa impresa. Mientras que en Europa la media de lectura es de 11 libros al año, en nuestro país es tan sólo de 2.9. La clase baja mexicana no es la única que enfrenta este problema pues cuatro de cada 10 connacionales del sector más rico de la nación no leen. Pocos leen, a los chavos les debe dar ‘hueva’ leer, sean fifís o chairos. Es la gente grande la que lee. Han leído porque muy seguramente sus padres les inculcaron por años el querer saber más, trátese de lo que se trate. Hoy salen tantos libros que es imposible leerlos. Anoche mismo en la tienda de Slim compré uno de Rafael Pérez Gay, muy recomendado. Y el amigo, Alfredo Sada, me obsequió el del muy atacado y vilipendiado por la 4TA, Enrique Krauze, ‘El pueblo soy yo’. Además, hay que ingeniárselas para leer a máxima velocidad. El presidente Kennedy desde sus tiempos de estudiante de Harvard, presumía que leía a la velocidad de 1 mil 200 palabras por minuto, y retenía todo. Charles de Gaulle era de mente brillante, leía un discurso de cuatro páginas, y con eso sobraba para memorizarlo.

LA LECTURA OBLIGADA

Quien esto escribe lee como Dios le ayuda, a los sobresaltos y a veces a las cabeceadas y los bostezos. Suelo hojear las primeras 20 páginas de un libro, si no me atrae, se va a formar parte de la hemeroteca, al carajo. Al olvido. Ah, pero si me prende, me dan las doce, la una y las dos, como canta Joaquín Sabina. El escritor Juan José Millas, escribió: “Me piden a veces que hojee libros o revistas y que informe sobre ellos. Cuando digo que para informar necesito leer todo el texto, me miran con piedad, como a un tonto. Nadie lee un libro entero en la actualidad. No hay tiempo, es para ayer, por Dios, ábrelo por tres o cuatro sitios para hacerte una idea. El problema es que los libros siempre se abren por donde no deben, para engañarte”. Honoré de Balzac (1799-1850), según la biografía de Balzac escrita por André Maurois, el ojo del novelista francés ‘abarcaba siete a ocho líneas de un solo vistazo, y frecuentemente le bastaba una sola palabra en la frase para captar el sentido’. John Stuart Mill (1806-1873). Es un dato histórico que el famoso filósofo y economista inglés no alcanzaba a dar vuelta las páginas de los libros tan rápido como era capaz de leerlas. John F. Kennedy (1917-1963) Fue uno de los más notorios alumnos de Evelyn Wood, precursora del método moderno de lectura veloz en los Estados Unidos. Otros dos moradores de la Casa Blanca, Theodore Roosevelt (1858-1919) y Jimmy Carter, también se destacaron como lectores rápidos.

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