Por Ramón Durón Ruíz (†)
La capacidad de decidir la actitud es el recurso del que dispone el mexicano para gozar de la vida a plenitud, para desarrollar una personalidad propia que nos distingue de los demás pueblos. Sabemos que la vida es determinada no tanto por lo que la misma trae, sino por la actitud que aportamos y no tanto por lo que sucede, como por el modo en el que vemos, a través de nuestra imaginación y sentido de la vida, lo que acontece.
Estamos ubicados en el lugar exacto en el que nuestros pensamientos nos han conducido, y nuestro futuro se construye de acuerdo a la calidad de actitudes positivas y humorísticas que tengamos. Somos incapaces de renunciar a nuestro derecho de ser nosotros mismos, de desarrollar nuestra propia personalidad, porque estamos conscientes de que no hay nada que pueda traer la paz interior, que no sea el triunfo de ser nosotros mismos, es decir, de gozarnos con nuestra unicidad.
Somos una raza de carácter recio y perseverante, que ha sido enseñada por los abuelos y maestros, que los buenos pensamientos y una actitud positiva ante la vida nos conducirán al encuentro con los logros personales más sorprendentes y maravillosos. Cada amanecer sabemos que nuestros pensamientos han de ir acompañados de la creencia genuina de los mismos, porque creer, es un proceso mental y espiritual, más profundo que la idea que tiene una persona media, de lo que es el pensamiento positivo por sí solo.
Los mexicanos de éxito no sólo piensan que pueden tenerlo, se creen tenerlo ya, sólo que saben que esa profunda fe en creer se desarrolla con el tiempo y el ejercicio diario de creerse uno las cosas y acontecimientos, se alimenta permanentemente, crece sobre sí mismo y, al final… se convierte en su forma de vida.
Hay varias características que he encontrado en los mexicanos triunfadores: creen en Dios y en sí mismos, están plenos en amor, tienen fe, gozan de esperanza, viven el milagro del hoy a plenitud, ayudan al prójimo, gozan de una visión positiva de futuro y se regocijan en el poder del humor. Será porque saben que el humor ayuda a engendrar la esperanza, crea un sentido de perspectiva y ayuda a establecer la comprensión de la persona consigo misma y con los demás.
El poder del humor hace un despliegue emocional de tal magnitud que potencializa nuestras emociones, conduciéndonos por el camino de la felicidad. Permítame ofrecerle una muestra de humor e ingenio del mexicano que se expresa en la siguiente oración:
“Concédeme Señor…
La serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar;
el coraje para cambiar aquellas cosas que no puedo aceptar;
la sabiduría para esquivar a todos aquéllos que intentan fastidiarme el día.
La tranquilidad para escuchar a cada impertinente que venga a interrumpirme
con cada sugerencia idiota y cada manera tonta de… ‘ingarme.
Ayúdame a cuidarme de los que tuve que mandar a la tiznada el día de hoy,
ya que éstos pueden estar bien relacionados
con los que tendré que trabajar mañana.
Ayúdame a dar siempre 100% de mí al trabajo:
12% los lunes, 23% los martes, 40% los miércoles, 20% los jueves y 5 % los viernes.
Señor…, cuando esté teniendo un mal día
y parezca que la gente se está poniendo de acuerdo para fregarme…
ayúdame a recordar que se requieren 42 músculos para sonreír
Amén.”
filosofo2006@nullprodigy.net.mx