PATRIMONIO

Joan Lanzagorta

Mucha gente se confunde mucho a la hora de invertir su dinero, por varias razones. Se percibe como un tema complicadísimo, que sólo los “expertos” pueden entender. De esta manera, buscan que alguien les diga cómo hacerle y escuchan consejos de amigos o de gente que se dedica a vender/distribuir productos de inversión y que muchas veces saben menos que nosotros.

Pero no tiene por qué ser así. No se necesita ser un experto para poder invertir adecuadamente, pero sí se requiere entender ciertos conceptos básicos y tener una estrategia que sea correcta para nuestros objetivos y nuestra situación personal.

Lo primero que hay que entender es que invertir no es lo mismo que especular. Es decir, no estamos “arriesgando” dinero con la esperanza de duplicarlo rápidamente. Esto sería equivalente a apostar y suele ser un gran error. Por el contrario, invertir significa tomar decisiones con base en un análisis que parte de nuestros propios objetivos financieros.

En ese sentido, invertir no significa perseguir rendimientos, sino lograr nuestros objetivos de vida, como por ejemplo tener un retiro digno que nos permita vivir nuestros años dorados sin preocupaciones, o poder comprar una casa. Lo menciono porque mucha gente, en su afán de buscar el mejor rendimiento, se olvida de cuidar el riesgo, lo cual lleva a malas decisiones y experiencias negativas.

Ahora bien, uno debe entender que hay principalmente dos maneras de invertir el dinero, las cuales se pueden combinar:

1. Prestarlo durante un plazo de terminado y recibir a cambio intereses. Esto se llama invertir en deuda. Cuando uno pone su dinero en un pagaré bancario, uno le “presta” su dinero al banco, que se lo devuelve al final del plazo establecido con intereses. Pero hay muchas maneras de invertir en deuda: la emitida por el gobierno federal (Cetes, Bonos, Udibonos), por gobiernos de otros países y por empresas.

Hay dos riesgos asociados a la inversión en deuda. El primero, que es muy obvio, es simplemente que no nos paguen. Este riesgo se puede conocer gracias a que todas las emisiones de gobiernos, bancos o empresas tienen una calificación. Los más seguros (calificación “AAA” o equivalente) pagan una tasa de interés menor.

El segundo riesgo es el de tasas de interés. A diferencia de los pagarés bancarios, los instrumentos de deuda ya emitidos se pueden comprar o vender antes de su vencimiento, en cualquier momento, en los mercados financieros. Si uno tiene un bono a 5 años que paga 8% de rendimiento y de repente las tasas de interés en un país suben a 10%, ese bono se vuelve menos valioso. Si lo quisiéramos vender, lo tendríamos que hacer a un precio más bajo, porque paga menos que otros.

Los instrumentos de deuda a corto plazo, en México, pagan a veces arriba de la inflación, en ocasiones abajo. Para mediano y largo plazo, podemos esperar un rendimiento promedio de 1 a 3 puntos porcentuales arriba de la inflación, pero no más.

Si queremos que nuestro dinero crezca a largo plazo, tenemos que considerar también la otra manera de invertirlo:

2. Poner un negocio o participar en uno ya existente. Una manera de hacerlo es comprar acciones de empresas que cotizan en Bolsa, tanto en México como en el mundo. Al hacer esto nos volvemos dueños de un pedacito de esas empresas. Si a esas empresas les va bien, podemos esperar que su valor crezca con el tiempo. Por eso es importante investigarlas y seleccionarlas bien. Obviamente no se pueden esperar resultados de la noche a la mañana. Por el contrario, es un mercado con mucha volatilidad en el corto plazo, los precios suben y bajan impactados por noticias económicas o por entornos globales, que hacen cambiar las expectativas.

Cuando uno tiene objetivos de corto plazo (menos de tres años), lo que uno debe buscar con sus inversiones es cuidar el poder adquisitivo de ese dinero, es decir, protegerlo de la inflación. No da tiempo de poner un negocio y esperar que genere resultados positivos, por otro lado, puede tocarnos una época de “vacas flacas”.

Entonces se debe invertir principalmente en instrumentos de deuda, consistentes con el plazo en el que vamos a usar nuestro dinero.

Pero a largo plazo se debe buscar un portafolio que incorpore ambos tipos de instrumentos, en distintas proporciones, según nuestro horizonte de inversión y —muy importante— nuestra tolerancia al riesgo. A partir de ello podremos diseñar nuestra estrategia.

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Tomado de El Economista.