En total 20 mil 916 menores de edad no acompañados fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza en la frontera entre México y Estados Unidos entre enero y marzo pasado -según cifras de la corporación-, y cada uno tiene una historia de riesgo.
De dicha cifra, corresponden al límite internacional entre Sonora y Arizona en el primer trimestre de este año, tres mil 595 niños y adolescentes que fueron arrestados y confinados en centros de detención de los sectores Yuma y Tucson.
Además de los menores procedentes de México, en dichas estadísticas se contabilizan los que son originarios de Guatemala, El Salvador y Honduras.
El 25 de diciembre pasado, se reportó que un niño de ocho años proveniente de Guatemala falleció en la madrugada mientras estaba en custodia en Alamogordo, Nuevo México, Estados Unidos, de acuerdo con un despacho de Notimex.
Fue la segunda muerte de un menor detenido en la frontera con México en menos de tres semanas, entre reportes de sobrepoblación en los centros de detención de indocumentados, agregó.
Sobre el cruce de menores indocumentados, el 20 de marzo pasado, el jefe del Sector Tucson de la Patrulla Fronteriza, Roy Villareal, dijo que «las organizaciones de contrabando han ampliado su explotación de los centroamericanos a niveles sin precedentes».
«Al transportar a grandes grupos de familias a áreas remotas del desierto, está claro que tienen poca consideración por la seguridad y el bienestar de estas familias. Su única intención es interrumpir en los esfuerzos de seguridad fronteriza», afirmó.
Las organizaciones criminales trasnacionales ilícitas explotan la vulnerabilidad de los extranjeros con falsas promesas de estatus legal y alientan los peligrosos cruces fronterizos, poniendo en riesgo vidas, afirmó.
Precisó que esa fecha, la Patrulla Fronteriza en Arizona arrestó a un grupo de 102 migrantes centroamericanos -la mitad niños-, con los cuales sumaron al menos 502 en ocho días en la frontera entre Sonoyta, Sonora y el poblado Lukeville.
En un comunicado, indicó que oficiales que operan tecnología de vigilancia móvil detectaron al grupo, que caminaba en Estados Unidos a lo largo de la barrera para vehículos que sirve como frontera internacional con México.
Al igual que otros grandes grupos familiares que se encontraron en esta área en los últimos seis meses, todos los individuos que se entregaron a los oficiales eran ciudadanos guatemaltecos y hondureños.
Con más de la mitad del grupo de niños, 12 de los cuales no estaban acompañados, dijo. Los agentes proporcionaron seguridad para el grupo y lo transportaron a la Estación Ajo para un procesamiento adicional, destacó.
Además, la corporación calificó como de alto riesgo cruzar el desierto con menores de edad, pues las zonas son remotas, el terreno duro y el clima impredecible, que puede pasar de frío intenso matinal a calor abrasante en la tarde.
Desde enero pasado, la Patrulla Fronteriza ha reportado el rescate de grandes grupos, entre ellos menores que viajan solos, quienes cruzan por el desierto entre San Luis Río Colorado y Sonoyta, donde solo hay barreras contra vehículos.
La descripción siempre es la misma, de que los migrantes solo pasan el límite internacional y se entregan a los patrulleros, con la intención de solicitar asilo.
Toda la frontera es testigo de casos de extravío, como el dado a conocer en Brownsville, Texas, donde patrulleros fronterizos rescataron a un niño de tres años de edad abandonado por traficantes el 23 de abril pasado.
En la madrugada del martes, elementos de la Patrulla Fronteriza de la Estación Fort Brown que trabajaban cerca de Brownsville, Texas, observaron a varios presuntos extranjeros indocumentados caminando hacia el norte hacia un campo de maíz.
Los hechos ocurrieron cerca de la intersección de los caminos Southmost Boulevard y Southpoint Road después de que ingresaron ilegalmente a Estados Unidos, pero cuando los agentes intentaron interceptar al grupo, los presuntos extranjeros se dispersaron en el campo cubierto.
Los oficiales solicitaron la asistencia de un equipo canino de la Patrulla Fronteriza K-9 en un intento de buscar en el campo y, en el proceso, localizaron a un niño que estaba solo y llorando, citó.
Los agentes intentaron ubicar a los padres del niño en el área circundante del campo en vano, y el niño no hablaba lo suficientemente bien como para comunicarse, pero tenía su nombre y un número de teléfono escrito en sus zapatos.
El menor fue trasladado a un hospital local para una evaluación médica, se encontró que estaba en buenas condiciones y fue regresado a la Patrulla Fronteriza, y en la estación, los intentos adicionales para localizar a la familia del niño no tuvieron éxito.
Un agente de la Patrulla Fronteriza Supervisora de Fort Brown compró ropa para el niño y otros de sus compañeros, y elementos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) entretuvieron a los menores mientras miraban películas y jugaban.
El viernes 26, el secretario de los Migrantes y Asuntos Internacionales del estado de Guerrero, Fabián Morales Marchan, declaró que se comunicó con las autoridades correspondientes para conocer el estado de salud del menor y el procedimiento que llevará en su ingreso a Estados Unidos.
Confirmó que el niño fue llevado por la Patrulla Fronteriza a un hospital para revisar su estado de salud, se le compró ropa y después fue transferido al centro de procesamiento principal ubicado en McAllen, Texas donde estuvo bajo el cuidado de los trabajadores.
Posteriormente se identificaron a los padres de este menor perdido en Brownsville, que responden a los nombres de Yulisa Estrada Marroquín y Alfredo Hernández, quienes radican en Nueva York.
El funcionario estatal dio a conocer que el niño ya está en Nueva York con sus padres y su caso seguirá los procedimientos legales, de acuerdo con la legislación estadunidense en la materia.
La Secretaría mantiene los contactos necesarios en Nueva York con los padres y las autoridades mexicanas consulares para dar seguimiento a la situación de este pequeño.
También el 23 de abril, la Patrulla Fronteriza difundió un video en donde una madre y su hijo cruzan el límite internacional y son escoltados en el lado mexicano, cerca de Sonoyta, por un grupo de individuos que estaban armados con rifles de asalto.
Otra situación es la expresada en junio pasado por padres de familia que viajan con sus hijos para cruzar ilegalmente al vecino estado de Arizona, Estados Unidos, quienes llevan a los niños porque no pudieron dejarlos en sus lugares de origen.
Entrevistados en el exterior de la Casa del Migrante La Divina Providencia de San Luis Río Colorado, los migrantes originarios del estado de Guanajuato, Mario Rodríguez y Cecilia Domínguez, comentaron que «no tuvimos con quien dejar a los niños».
Por ello, viajaron hasta esta frontera de Sonora acompañados de una niña de cuatro años de edad y un niño de siete años, con la intención de llevarlos consigo hasta el estado de California, donde esperan encontrar trabajo.
«Los familiares que tenemos de donde somos dijeron que no podían hacerse cargo de tanto gasto (con los hijos), y sí le sufrimos ahora en el viaje», asumió, pero esta aventura la hacen con el apoyo de parientes que ya residen en la Unión Americana.
Comentaron que un traficante de personas o «pollero» les dijo que cruzarían por el límite Sonora-Arizona, pero dijeron desconocer si lo harían por el desierto de Altar, aunque oyeron que el viaje podría ser por la región de Altar.
En dicho albergue obtuvieron alimentos, alojamiento y diversos servicios gratuitos, mismos que se les pueden proporcionar por tres días en tanto logran su propósito de viajar al vecino país en busca del «sueño americano».
En el caso de la migrante hondureña Santa Hernández, entrevistada en Nogales, Sonora por medios informativos, dijo que «¿cómo vamos a dejar a los niños?, si venimos huyendo de la pobreza y la inseguridad».
Manifestó que la gente debe entender que no pueden dejar a los menores de donde proceden, por las mismas razones que los obligaron a viajar en busca del sueño americano.
En Nogales, se informó que durante 2018 los centros Camino a Casa recibieron a dos mil 034 menores repatriados de Estados Unidos, en dos municipios fronterizos de Sonora, de acuerdo con la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Sonora.
El titular de dicha procuraduría, Wenceslao Cota Amador, precisó que esos menores provinieron principalmente de los estados de Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Puebla.
«De los cuales mil 890 se atendieron en Nogales y 144 en San Luis Río Colorado», precisó, de acuerdo con un comunicado estatal relativo a su visita a esta localidad fronteriza.
Afirmó que la protección de derechos de los menores de edad deportados de la Unión Americana es prioridad y por ello se trabaja en la creación de políticas públicas que garanticen el bienestar de quienes transitan por la entidad.
El procurador realizó un recorrido por el Centro de Atención a Niñas, Niños y Adolescentes Migrantes Camino a Casa del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) Sonora, para supervisar la infraestructura física y los programas establecidos para la atención.
Las niñas, niños y adolescentes reciben albergue, alimento, atención médica, psicológica y legal en las instalaciones, donde también cuentan con espacios deportivos y de sano esparcimiento.
«Estuvimos supervisando la sensible labor que se realiza en este albergue, un sitio que confirma que la protección de derechos de niñas y niños mexicanos no acompañados, deportados de Estados Unidos es un trabajo de todos”, subrayó.
Durante su visita a Nogales semanas atrás, Cota Amador aseguró que trabajando juntos, dependencias gubernamentales y asociaciones civiles, se obtendrán resultados más efectivos en beneficio de los menores en situación de migración.
En San Luis Río Colorado, el migrante de Honduras, Adrián «N», de 14 años, manifestó que es bueno saber que las autoridades de México apoyan con muchos servicios a los menores de edad.
Entrevistado en las inmediaciones de la aduana internacional en esta frontera de Sonora, comentó «lo vamos a tener por conocido, y en caso de que necesitemos algo pues lo vamos a pedir».
Mencionó que por el momento anda solo, pero sus papás saben dónde está y viaja para reunirse con su tío en el estado de California, quien lo necesita para que le ayude en las tareas que realiza en un rancho.
«Yo sé todo el trabajo del campo. Así trabajamos en Honduras, pero pagan muy poco y luego los maras van y le quitan el dinero a la gente y no se puede hacer nada», dijo.
Manifestó que sí le gustaría estudiar porque no terminó ni la educación primaria, pero primero considera que debe trabajar, para entonces tener un dinero y poder pensar en el futuro.
Comentó que estaba pensando si solicita asilo a las autoridades de Estados Unidos en la aduana o si se mete por el desierto porque están haciendo viajes con otras personas, que se entregan a los policías (Patrulla Fronteriza) de ese país.
Por su parte, en redes sociales, el Instituto Nacional de Migración (INM) indicó que los Grupos Beta entregan alimento a niñas y niños migrantes centroamericanos que se encuentran en diferentes estados.
También compartió información publicada mediante el mismo medio por el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés).
En esas publicaciones, se indica que los menores de edad migrantes que viajan sin la compañía de un adulto tienen derecho a ser protegidos y no detenidos, además deben tener acceso a todos los servicios necesarios para garantizar sus derechos.
Los niños, niñas y adolescentes que viajan desde Centroamérica caminan muchos días bajo el sol, se deshidratan y a veces caen enfermos, agregó.
Manifestó que es importante darles una atención integral que evite consecuencias físicas y emocionales que podrían afectar su bienestar.