Agustín Basilio de la Vega
La decisión del Presidente de México de construir la Refinería de Dos Bocas, es una prueba del cambio en las políticas públicas y del camino que ha tomado el gobierno para cumplir con sus propósitos. Después de haber invitado a cuatro empresas de clase mundial con experiencia en la construcción de más de 600 refinerías en todos los continentes, una renunció a participar y las otras tres fueron descalificadas.
Estas compañías fueron consideradas por el Estado Mexicano por su honestidad y capacidad técnica de acuerdo a lo señalado por el propio mandatario y cotizaron las ingenierías de la refinería en más de 10 mil millones de dólares y tiempo de la edificación de la obra superior a los 5 años.
Al rebasar el costo y el tiempo programado por el gobierno, la presidencia decidió encargar a la Secretaria de Energía y a PEMEX construir por administración directa dicha refinería con solo 8 mil millones de dólares y usando poco más de 2 años. La instrucción es construirla usando los talleres de la paraestatal y la experiencia de sus técnicos.
Algunos expertos consideran que es posible que se logre construir en tan solo 18 meses la infraestructura capaz de refinar crudo ligero con una capacidad de producción de 50 mil barriles mensuales. Existe tecnología modular para ese efecto. El consumo diario de gasolinas de los mexicanos es de más de 800 mil barriles diarios.
Este lunes el presidente firmó un decreto para el refinanciamiento de PEMEX por 8 mil millones de dólares. El objetivo es mejorar las condiciones crediticias de la paraestatal cuya deuda es ya considerada “Chatarra” por varios especialistas financieros. La cifra curiosamente coincide con el monto máximo que pretende usar el presidente en su refinería.
Con lo anterior se comprueban algunos rasgos que caracterizan el populismo latinoamericano como la Impaciencia, pues a estos gobiernos no les interesan las obras de largo plazo; apelan al nacionalismo con slogans como la “vamos a alcanzar soberanía energética” y con ello se hace a un lado la opinión de expertos internacionales o la participación de la inversión extranjera.
El Estatismo se manifiesta con la simple idea de que el gobierno puede ser más eficiente que la iniciativa privada y vuelven a las ideas nostálgicas de un pasado grandioso en el que el gobierno hacia todo y no eran necesarias ni las inversiones ni las empresas privadas.
También caen en el doble discurso que paradójicamente coincide con el “Dos Bocas”… primero: “invitamos a las mejores empresas mundiales por ser honestas… no es necesario hacer concursos públicos” tiempo después: “porque dan muy caro y quieren ganar mucho… nosotros vamos a construir… los descalificamos ”.
El tiempo mostrará la cruda realidad pues ningún país miembro del pacto de Varsovia sobrevivió al colapso del socialismo. El principal problema que está generando el gobierno mexicano es la falta de confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros que más temprano que tarde se traducirá en desaceleración económica y ésta en desempleo y falta de bienestar.
@basiliodelavega, 13 de mayo de 2019.