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Lo sabíamos, somos causantes y seguimos ignorándolo. México al igual que el resto del mundo atraviesa una crisis ambiental, la cual se suma al resto de problemáticas gestadas en el país. La semana pasada se vivió una contingencia por nuestra indiferencia, por creer que el problema es de otros y no de todos.
Ya la ONU lo ha confirmado y seguimos creyendo que pasará o nos acostumbraremos, quizás sí, quizás nuevamente aprendamos a vivir en peores condiciones, pero ni el planeta ni nosotros lo merecemos. Lo que sí merecemos es aprender a cambiar hábitos y entender que somos responsables de la destrucción que hoy vivimos, de la extinción de especies y del daño a nuestros ecosistemas.
En la lista de daños ecológicos también se suman los incendios forestales, los cuáles han arrasado con 242 mil hectáreas en el país, la mayoría de siniestros se han registrado en el Estado de México, sin embargo si pudiéramos ver un mapa de incendias por Estado, veríamos a México en llamas, entenderíamos que estamos destruyendo el entorno y que recuperarlo tomará generaciones, ya que restaurar el entorno con un compromiso real tomaría más de 10 años.
La mayoría de incendios suscitados en el país, han sido ocasionados de manera intencional, también por fogatas o actividades agrícolas, a la lista se suman otros descuidos humanos como los fumadores, la quema de basureros y el aprovechamiento forestal, sin embargo las causas primordiales son las primeras que se mencionan.
De todas las causas me enfocaré en los incendios generados por actividades agrícolas, porque también es de las principales fuentes de contaminación junto con la industria ganadera, ambos casos son el ejemplo de la falta de información que se vive en México para llevar a cabo prácticas que mantengan el balance natural. En nuestro país los programas sociales buscan dar múltiples impulsos al campo, dan apoyos a fondo perdido para incentivar los cultivos y ganadería pero poco hacen respecto al seguimiento y capacitación de quienes los reciben.
Es necesario cambiar hábitos personales, pero también lo es una regulación gubernamental sobre las prácticas en los sectores secundarios y terciarios, nuestra industria de producción y consumo también es partícipe de la contaminación que vivimos. Hablar de la responsabilidad ecológica es tan importante como el resto de problemáticas que enfrentamos en el país.
Urge que conozcamos más al respecto, que nos informemos sobre qué participación tenemos en esta cadena y actuemos. Dejemos de utilizar elementos permanentes como algo desechable, pensemos en cómo aprovechar nuestros desechos para beneficio de la sociedad, quizás hay productos que son inservibles para el consumo humano después de su uso, pero pueden ser útiles en otras industrias como la construcción. Nuestra huella ha representado un cambio negativo en el planeta, pero aún podemos enmendar el daño.
El tiempo que los seres humanos llevamos habitando el planeta es relativamente menor comparado con el de otras especies y en este tiempo hemos causado la mayor destrucción. Hemos alterado tres cuartas partes del planeta y sólo existe un 3% de la superficie donde la biodiversidad está relativamente inalterada.
Si comenzamos a tomar consciencia del balance que México y el mundo necesitan podremos revertir parte del daño y entregar a futuras generaciones la posibilidad de convivir en armonía con el entorno. La ecología y el cuidado del ambiente también es un tópico urgente, se trata del espacio que habitamos, de nuestra calidad de vida y la participación social que la situación nos exige.