Hace apenas unas horas me encontraba relativamente cerca de la zona universitaria de Xalapa y estuve parado por unos minutos observando mientras esperaba a una persona, los autos circulaban por momentos de forma fluida y de repente el tráfico se hacía lento, observando un poco más detenidamente uno con facilidad se percata de las irregularidades que se presentan durante el movimiento de autos, vi lo que muchos automovilistas sufren, de repente un taxi, sin importarle estorbar deteniendo totalmente el tráfico espero a que una persona abordara la unidad, para después integrarse, más adelante hizo que los autos se detuvieran y ahora el desesperado taxista hacía sonar el claxon de su auto tratando de que avanzaran los demás.
Esas escenas las vemos todos los días y a todas horas, gente que no le importa respetar las reglas de urbanidad, el tiempo de los demás, pero exige que sean respetados sus derechos su relativa urgencia y lo intolerantes que se vuelven, irritantes y temerarios, lo del taxi es solo un ejemplo de lo que vi, sin embargo muchas gente pone el ejemplo por su forma correcta de conducirse y que en realidad muchos de ellos grandes, jóvenes, niños, hombres y mujeres son héroes anónimos que transitan sin molestar a los demás, que realizan sus actividades de forma casi transparente, y lo que me sucedió me hizo reflexionar para contarles lo siguiente: vi pasar a una chica joven o esa impresión me daba por su delgadez, poco común en una sociedad en donde cada vez ve uno con mayor frecuencia a obesos, ella iba vestida muy sencilla con un pantalón de mezclilla, una blusa negra, le colgaba un discreto dije como único adorno, resaltaban sus grandes anteojos, me llamó la atención, le encontré parecido con un familiar, la vi pasar como a muchos otros transeúntes por la banqueta que para mi sorpresa se encontraba limpia, en un santiamén se perdió con dirección al sur, con un andar ágil, no diría con prisa pero si con paso firme, sin detenerse por nada. Al llegar la persona que esperaba me pidió lo acompañara a dejar un oficio a un lugar cercano y hacia ese lugar nos dirigimos, cuando llegamos estaba ahí la mujer de los anteojos grandes con muchos pequeños de escasos 10 años de edad la vi a través de un cristal que separaba un escritorio en donde mi amigo entregó una petición, en su papel de maestra orientaba a un pequeño grupo en el salón de cristales con todo el conocimiento y seguridad daba clases de violín, así como ella en el trayecto nos encontramos en sentido contrario a dos trabajadores que supongo habían terminado su jornada y presurosos por llegar a su casa, esos son los contrastes que vemos en la ciudad en su gran mayoría personas que trabajan en los más diversos espacios y actividades sin molestar a nadie, pero con el temor de que les pueda suceder algo debido a la inseguridad, es algo injusto en estos tiempos en donde muchos rompen las reglas de convivencia pero, queda como aliciente la gran mayoría respetando a sus semejantes. Ojalá pronto encontremos una fórmula para erradicar de las mentes de muchos la intolerancia e indiferencia que también son parte de una formación que tuvieron y siguen reproduciendo a otras generaciones.
Xalapa2000@nullhotmail.com