Si no tienes nada diferente, no compitas

Jack Welch

 

La intensidad con la cual está viviendo nuestro país la agenda pública advierte una atención permanente, centrando al cuidado en el acontecer doméstico, dejando de lado esquemas que son de notable importancia, por el relieve que adquieren en el mediano plazo.

Me refiero a la guerra por quién jugará el papel de hegemón en el nuevo orden mundial. Durante las últimas semanas he podido revisar algunos artículos tanto de opinión como especializados respectivos a los posicionamientos entre Estados Unidos y China.

Esquema de coyuntura internacional que Yan Xuetong decano de la Universidad de Tsighua tituló: la era de la paz incómoda. El nombramiento como tal de esta arquetipo lo refiere como consecuencia de que en lugar de rivalizar por la supremacía mundial mediante alianzas opositoras, Beijing y Washington competirán en gran medida en los ámbitos económicos y tecnológicos.

El anterior planteamiento se aleja un poco de la lectura de la posibilidad de una nueva guerra fría, toda vez que el Vicepresidente de los Estados Unidos Mike Pence en octubre de 2018 acusó a Beijing de romper las normas internacionales y actuar contras los intereses estadounidenses.

Sumado al conflicto iniciado con la subida de aranceles por parte de Estados Unidos a China, misma que ha transmutado en una guerra tecnológica justificada en cuestiones de seguridad nacional. En ese orden de ideas, destaca que para 2023 se proyecta un presupuesto de defensa de Estados Unidos y que pueda llegar a 800,000 millones de dólares, mientras que el chino excedería los 300,000 millones de dólares, en un mundo donde ningún otro país gastaría más de 80,000 millones de dólares en fuerzas armadas de acuerdo a información de Yan Xuetong.

Pese a la alta inversión proyectada para armamento Bélico, todo parece indicar que China tiene como prioridad un orden económico basado en el libre comercio. Lo cual suena lógico ya que durante casi las últimas dos décadas las exportaciones constituyen la fuerza vital de la economía china: aseguran un superávit comercial constante y los empleos que crean apuntalan la estabilidad.

Para el catedrático de negocios Robert Tornabell esto sí se trata de una nueva «guerra fría» en torno al desarrollo de las redes móviles del 5G en la que están en juego aspectos de seguridad y de propiedad intelectual, teniendo en cuenta la capacidad de intervención que el Gobierno chino tiene sobre las empresas de su país.

En su opinión, China también puede hacer daño a EE.UU. dado que es el primer proveedor mundial de tierras raras (metales necesarios para fabricar muchos dispositivos electrónicos), así como el mayor poseedor internacional de deuda pública estadounidense.

Por otro lado, la catedrática Matilde Mas no tiene duda de que si EEUU mantiene el pulso «China contestará» y explica que una guerra comercial de la magnitud con la que amenaza Trump tendrá consecuencias negativas para todos los países porque «distorsionará el comercio, romperá las cadenas globales de suministro (lo que perjudicará la eficiencia), elevará los precios de importación y profundizará la división del mundo en bloques».

Lo que me hace reflexionar, respecto a qué tan probable es la bipolaridad Chino-Estadounidense, condición que acabaría con el multilateralismo más allá del ámbito económico, situación que para el caso de los países periféricos(como México) mermaría la transferencia tecnológica, impactando en las posibilidades de desarrollo homogéneo o de convergencia económica.

Situación que se tornar interesante, a fin de estar pendiente, sobre cómo quedarán establecidas las nuevas reglas del juego para la sociedad de naciones.