Una anécdota de algo que me sucedió allá por 1966 en la Facultad de Comercio de la UV. Nuestro maestro de Economía Sotero Martínez entregó las calificaciones del examen final y aparecía yo con un reprobatorio 5. Sorprendido, porque mi promedio en las demás materias era superior al 9, lo fui a ver a su Departamento en el Edificio Enríquez de esta capital, para decirle atentamente que se había equivocado, que yo me había aprendido de memoria el pequeño libro del FCE de unas 100 páginas, y que había contestado todo bien. Le pedí que abriera el libro y me preguntara sobre su contenido. Al acertar en todo, se disculpó conmigo, me dijo que pensó que había copiado y me puso mi 10. A él le gustaba platicar esta anécdota. La recordamos a dos días del primer aniversario luctuoso del querido maestro.