El 25 de marzo de 1983 se celebró en el Civic Auditorium de Pasadena (California, Estados Unidos) una gala para festejar el cuarto de siglo de vida de la Motown. The Temptations y The Four Tops protagonizaron una “batalla de bandas”, Diana Ross volvió por una noche a The Supremes, todos los hermanos Jackson se reunieron en un escenario sobre el que también actuaron Marvin Gaye, Smokey Robinson con sus Miracles, Lionel Richie y The Commodores -por separado-, Linda Ronstadt, The Vandellas y muchos otros.
Un plantel difícil de superar y en el que nadie a priori partía como favorito para triunfar sobre los demás… hasta que apareció Michael Jackson decidido a hacerse con toda la atención. Así, después de cantar “I want you back”, “The love you save”, “Never can say goodbye” y “I’ll be there” con todos sus hermanos, se quedó solo bajo los focos para interpretar “Billie Jean“, su exitazo del momento perteneciente al aún más sofocantemente exitoso álbum “Thriller“, certificado con el paso de los años como el más vendido de todos los tiempos. Tanto que incluso es complicado concretar la cifra, si bien se suele admitir 110 millones de copias como zona de consenso.
En estado de gracia, pues, y con una vitalidad y una energía insultantes, Michael protagonizó el momento más recordado de la velada, señalado además por sus millones de fans como uno de los mejores de su trayectoria, algo ya de por sí complicado de afirmar. Fueron apenas cuatro minutos en los que llenó el escenario con su voz y sus movimientos, sin más ayuda que su desbordante talento, ante un público que no perdió detalle, entre estupefacto y contagiado, entre paralizado y bailón. Por momentos parece que los pies de Jacko no tocan el suelo, como una marioneta dirigida por una voluntad superior que le indica el camino. Cuando por primera vez realiza el “paso lunar” el público, que se estaba conteniendo a duras penas, aúlla de felicidad, tal vez consciente de que están presenciando un momento histórico del que se hablará durante años.
Del que se sigue hablando 36 años después, de hecho. Del que se hablará siempre, más aún cuando cada 25 de junio llegue el momento de conmemorar el aniversario de la muerte del Rey del Pop aquella mañana de 2009. Este martes se cumple toda una década ya. Diez años sin hacer el moonwalk con Michael Jackson, quien nos abandonó por sorpresa por un paro cardíaco provocado por un exceso de calmantes y demás medicamentos.
NO LO INVENTÓ, PERO LO POPULARIZÓ
Y, las cosas como son: No fue Michael Jackson en realidad quien inventó este paso de baile, ni tampoco el primero en hacerlo públicamente. Pero sin duda fue quien lo popularizó hasta niveles planetarios gracias al poder de su icónica figura.
El moonwalk ya pudo verse en los años treinta gracias a Cab Calloway. Dos décadas después también se señala como precedente a Bill Bailey. Incluso el mimo francés Marcel Marceau tendría algo que decir, pues su número del “hombre caminando contra el viento” parece claramente una fuente de inspiración para el paso lunar.
James Brown y Jeffrey Daniel, dos artistas muy admirados por Jackson, también realizaron pasos muy parecidos. De hecho, este último le enseñó algunos buenos movimientos, si bien fue un bailarín del programa televisivo Soul Train, conocido como Casper, quien durante apenas tres días a principios de los ochenta le dio un tutorial intensivo sobre el moonwalk, después de que Michael le viera bailarlo en la pequeña pantalla y quedara prendado de sus movimientos.
Ensayos y más ensayos llevaron a Jackson a sentirse suficientemente preparado para mostrar al mundo su nueva creación bailonga en la fiesta de la Motown. Y fulminantemente el moonwalk terminó convirtiéndose prácticamente en su marca registrada.
No en vano, Moonwalk es el título de su autobiografía publicada en 1988, un año antes de que protagonizara la película Moonwalker, que tuvo incluso su propio videojuego. Desde su estreno en aquella velada de la Motown en 1983, Michael lo realizó miles de veces, pero su ejecución en 1995 en la MTV es quizás la más perfecta de todas.
La actuación del 25 de marzo de 1983 impresionó a todos los que la presenciaron en vivo. El resto de mortales tuvieron que esperar hasta su emisión por la NBC el 16 de mayo. No hay cifras oficiales, pero es probable que al día siguiente no hubiera un niño en todo Estados Unidos que no tratara de imitar a Michael en el patio de su escuela, con regular o nulo éxito. No habían tenido suficiente tiempo para practicar, pero era tan natural la forma de bailar de Jackson que transmitía la impresión de que cualquiera podía hacerlo como él. Mas no, claro.
HIStory World Tour, la última gran gira de Jacko, finalizó en 1997. Desde entonces sólo actuó en vivo en ocasiones puntuales, como los conciertos para festejar sus treinta años en solitario en el Madison Square Garden de Nueva York, uno de ellos la noche del 10 de septiembre de 2001, horas antes del ataque a las Torres Gemelas.
Tanto tiempo alejado de los focos provocó que la expectación por sus cincuenta noches en el O2 Arena de Londres a partir del 13 de julio de 2009 fuera básicamente salvaje. Pero tres semanas antes de su vuelta a los escenarios Michael Jackson falleció en Los Angeles el 25 de junio de aquel año, provocando con su marcha una riada interminable de estupor y tristeza generalizada.
De manera que los últimos recuerdos que dejó a sus seguidores son los vídeos de los ensayos en el Staples Center de la ciudad californiana. Aún tratándose de ensayos se puede comprobar que no estaba precisamente en mala forma. Seguía manteniendo su envidiable voz y seguía sorprendiendo con sus bailes a pesar de no ser ya un chaval. Seguía siendo Michael Jackson, el Rey del Pop. El del moonwalk.