Contrario a lo que muchos auguraban, el actual gobierno ha mantenido la estabilidad macroeconómica producto de muchos años de esfuerzo en el país. En efecto, a raíz del llamado error de diciembre, vivimos el quebranto financiero más grande en los últimos lustros que costó 14% del PIB de México. Como consecuencia de aquel episodio, la moneda mexicana se devaluó, hubo fuga de capitales y las reservas internacionales en Banco de México se agotaron. La lección se aprendió, hoy estamos conscientes de la importancia de la disciplina fiscal y monetaria que impidan el surgimiento de desbalances en la cuenta corriente. Las nuevas generaciones de mexicanos no conocen el horror que significa una devaluación del peso, muchas veces concertada entre gobierno y cierto grupo de empresarios a costa de millones de familias de las clases medias y el crecimiento de los ciudadanos en pobreza. Ahora contamos con el Banco de México ejerciendo autonomía del gobierno y la búsqueda de un Estado que no gaste más de lo que tiene. Al mismo tiempo formamos y seguiremos siendo parte de la región comercial más grande del mundo que nos garantiza al menos 500 mmdd de comercio libre anualmente. Los beneficios de la estabilidad fiscal y monetaria son ampliamente reconocidos por nuestra sociedad comenzando por la persistencia de los precios de los bienes y servicios que consumimos.
Para sorpresa de muchos, el primer gobierno de izquierda en México encabezado por el partido Morena ha mantenido hasta ahora la estabilidad macroeconómica. La fama histórica de endeudarse y gastar lo que no se tiene que las llamadas izquierdas tienen en algunas partes del mundo, sobre todo en América Latina, en nuestro país no se ha materializado, y a juzgar por la política económica del presidente Andrés Manuel López Obrador, no será el caso en su gobierno. La austeridad como signo y la promesa de no incrementar impuestos hasta demostrarle a la sociedad que los utilizará fuera de la corrupción son las garantías de que las finanzas públicas estarán balanceadas. La estrategia de plena austeridad y los recortes al gasto público han causado críticas en buena medida porque el dinero al que estaban acostumbradas muchas empresas o personas, ya no les va a llegar. La duplicidad de programas y los fuertes sobrecostos en la venta y obra pública desviaban cientos de miles de millones de pesos a unas cuantas manos. Este hecho ya no se va a repetir en beneficio del destino de más recursos a mejores prioridades. Es poco lo que la opinión pública le reconoce a este gobierno por su austeridad, sujeción a lo que se tiene y combate a la corrupción. Lo anterior contrasta con la estricta disciplina fiscal que nunca se presentó en los dos sexenios anteriores en los que irresponsablemente se endeudó al país llevando a un peligroso nivel de deuda fuera de parámetros internacionales.
El gobierno del cambio está manteniendo disciplina fiscal y propuso a dos miembros de la Junta de Gobierno del banco central con plenas garantías de romper el monopolio de una sola visión económica que existía, promoviendo mejores debates en torno a la política monetaria en pleno respeto a su autonomía. Sin embargo, existe un elemento que necesita ser atendido por todos los agentes económicos, incluido el mismo gobierno, pues la estabilidad macroeconómica no lo es todo. Ella garantiza un piso firme para la economía, pero no su crecimiento y la generación de empleos. Es necesario comenzar a construir certeza jurídica y económica para que crezcan las inversiones del sector público y, sobre todo, el privado para crecer y evitar el estancamiento que apreciamos. El gobierno no lo debe, ni lo puede todo, es la inversión privada la única que realmente permite el crecimiento. Con sólo gasto público no se puede estimular a la economía de largo plazo. Para que esto ocurra, este gobierno debe proporcionar igual interés y tiempo a la construcción de la certidumbre económica y la relación con los empresarios que el otorgado a la austeridad y a la disciplina en el gasto público, de lo contrario tendremos un país estable financieramente hablando, pero sin crecimiento económico ni generación de empleos formales. Por primera vez en muchos años, este gobierno ha logrado que los salarios reales crezcan por arriba de la inflación en 2.7%; ello, proyecto del trabajo del Banco de México en el control inflacionario, pero también por el alza promovida por el presidente dentro de su agenda social. Lo anterior será un esfuerzo en vano si no se crean nuevos empleos de manera que enfrentemos el reto demográfico de crear un millón de puestos de trabajo al año de manera sostenida, algo que nunca se ha logrado en la historia económica de México. El seguir construyendo una buena relación con el sector privado a cargo de la Oficina de la Presidencia, a través de Alfonso Romo, e impulsar el Estado de Derecho son el único camino para lograr crecimiento y no sólo estabilidad macroeconómica.
Tomado de el Economista.