LA GRAN DEPRESIÓN

Enrique Campos Suárez

Los demócratas dicen que detestan la forma tan arbitraria de proceder del presidente de su país, Donald Trump, pero posiblemente más de uno no negará la efectividad de la manita de puerco comercial que le aplicó al gobierno de México para obtener los resultados que esperaba.

El presidente estadounidense es un bully que logró que México cumpliera al pie de la letra sus condiciones en materia migratoria con aquella amenaza de aplicar aranceles progresivos a las importaciones mexicanas.

PUBLICIDAD

inRead invented by Teads
Hoy México no sólo ha desplegado a su Guardia Nacional en la frontera sur para frenar las entradas ilegales a nuestro territorio, sino también en la frontera norte, para evitar las salidas de aquellos que buscan suelo estadounidense.

Este viernes un grupo de congresistas demócratas se reunirá con el presidente Andrés Manuel López Obrador y otros funcionarios de su gobierno, para hablar de la relación bilateral.

Específicamente para hablar de la atorada ratificación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que debería sustituir al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Sólo que bajo el brazo los de la mayoría de la Cámara de Representantes estadounidense traen una serie de peticiones de reconsideraciones para el texto ya negociado y firmado entre los tres países norteamericanos.

Los temas que dicen angustiar a los demócratas quizá pasarían un poco de largo en algún otro momento político de la vida de Estados Unidos. Pero hoy no.

Donald Trump le ha subido el costo a hacer política en ese país. La confrontación es la divisa de este presidente y los demócratas buscan por donde sea restarle méritos ante una posible reelección del republicano.

El fracaso del intento de juicio político, por su tan evidente racismo, acabó por empoderar más a este personaje que sabe que a su base le encanta la radicalización y más cuando tiene ese carácter supremacista.

Es entonces el T-MEC una oportunidad para regatearle un triunfo a Trump sin la necesidad de desecharlo en el proceso legislativo.

Los demócratas saben de la importancia de una relación de comercio abierto con México, sería suicida aniquilar el nuevo acuerdo. Sobre todo porque saben que Trump no dejaría con vida al TLCAN. Pero los demócratas algo querrán sacar como una victoria propia. Y es ahí donde tienen condiciones para México en materia laboral, medioambiental, de patentes médicas y hasta de solución de controversias.

En México, gobierno y empresarios juran que no aceptarán una apertura del acuerdo ya alcanzado para meterle esa mano demócrata al texto.

Pero si los demócratas aplican un poco de la fórmula Trump de la manita de puerco al socio del sur, podrían tratar de abrir el texto para incluir sus puntos de vista.

Y es que no hay que olvidar que los canadienses, originalmente en la misma línea de México de no aceptar una renegociación, están resentidos con el gobierno del presidente López Obrador por los incumplimientos en los contratos firmados por la Comisión Federal de Electricidad.

Así que los desilusionados canadienses no verían tan mal aplicar un par de candados en el arca abierta de una renegociación del T-MEC.

Donald Trump dice que tiene un plan B, en caso de que los demócratas no ratifiquen el T-MEC.

Sin embargo, esto, más que dar un respaldo a México para no sentirse presionado por los demócratas, debe darle terror al gobierno mexicano ante lo que pueda implicar que alguien como Trump pueda tener un plan B para su relación con su socio del sur.

Por lo pronto, hay que ver las presiones de los demócratas.

Tomado de El Economista.