La verdad pertenece a aquellos que la buscan, y no a los que pretenden tenerla
Nicolás de Condorcet
Cuando uno hace prospectiva con respecto a la situación de la índole que sea, aspira a que el futuro sea mejor que el presente. Esta mejoría tiene diversas tonalidades, debido a que se fija a partir del concepto de escasez.
Sin embargo, una condición perenne es aumentar los ingresos, el nivel de comodidad, seguridad o acceso a bienes y servicios de mayor calidad, básicamente, junto al romanticismo social, conocido como utopía típicamente, es lo que nos ha hecho como género humano progresar.
Bajo ese hilo conductor, es que esta semana he tenido el gusto de leer “Cronología del Progreso” una obra del enigmático Gabriel Zaid, que publica Editorial Debate. Trabajo que está inspirado en el “Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano” de Nicolás Condorced.
El principio general de este ‘Bosquejo’ de Condorced, es el del avance progresivo de la civilización como consecuencia del progreso de la inteligencia humana a lo largo de los siglos. Con íntegra confianza en la razón como rectora de las facultades humanas.
Es sabido que dentro de la obra el filósofo aventura una visión optimista del futuro, en donde la humanidad alcanzará a desplegar en el cuerpo social sus mejores obras y logrará también conformar una comunidad universal equilibrada con miras al seguimiento permanentemente perfectible de su destino.
Atendiendo a dicha perspectiva, progreso- nos dice Zaid- es toda innovación favorable a la vida humana, ya sea en el mundo físico, biológico o cultural; teórico o práctico; individual o social. De esa forma, el autor nos posiciona y resalta, cómo cada corriente filosófica, es paso previo a las modificaciones en los arquetipos sociales.
Algo que también resalta, y que en lo personal abrazo con profundo agrado, es el hecho de cómo entiende la ética y la moral, el primero como una construcción individual, y el segundo como una proceso social.
De tal suerte que menciona (P.89) “ La conciencia moral también progresa, aunque se hable de retraso y hasta degradación frente al progreso material. Progresa tanto que rebasa la capacidad material. El desarrollo tecnológico, productivo, institucional, no logra mejorar la realidad tanto como exige la conciencia”.
Eso me lleva a reflexionar, y ver a la moral actual con los ojos del presente, y el pasado con los ojos del pasado. Toda vez, que pone ejemplos de otros tiempos, destaca, como las personas no se sentían tan mal si fumaban o estaban pasadas de peso, o que hace no tantos milenios, el infanticidio era normal, o que la sociedad no se escandalizó cuando el Patriarca Abraham, estuvo a punto de ofrecer a Dios a sus hijos.
Hoy dichos espectáculos son intolerables, dicha sanción ante lamentables espectáculos, le podríamos llamar progreso. La misma democracia por muy imperfecta que sea, es un progreso.
Así que, si tienen tiempo, los invito a que lean dicha obra, que nos lleva de “de la nada al sexo”(millones de milenios), de las neuronas al habla( 10 mil habitantes), del fuego a la agricultura, del Estado a la ley escrita, del cero a la no violencia (1740 A.C), de la democracia al imperio romano, del Sermón del Monte a la Fe en el Progreso (200 millones de habitantes), hasta la nave espacial Kepler que descubre el planeta Kepler semejante a la tierra en 2015 ( 7000 millones de habitantes).
Eventos que se exponen someramente, pero que bien nos dan flashazos, que si atendemos, nos muestran todo lo que nos ha costado llegar hasta donde hemos llegado como humanidad.
Por ello, pese a que se piense que todo pasado fue mejor, se debe abrazar el progreso, por encima del voluntarismo, lleno de lugares comunes, que ante la evidencia práctica nos puede llevar al retroceso.