*Oh, aquellos tiempos. Camelot.

AQUEL PASO DE CEBRA (50 AÑOS)

Hace 50 años, presente lo tengo yo, una foto se convirtió no solo en memorable e icónica, dio paso a que cientos y miles de turistas, cuando andan en Londres, busquen la calle Abbey Road, donde los Beatles, haciendo tiempo para grabar enfrente en sus estudios, se atravesaron y se tomaron la foto. Foto que se interpretó de mil maneras, se tejieron anécdotas. Una que más tomó auge a lo largo de los años es que para ese disco el popular Paul McCartney ya estaba muerto, ya que en la portada simulan un cortejo fúnebre; pues de derecha a izquierda luce John Lennon vestido de color blanco (quien sería el guía religioso), le sigue Ringo Starr de color negro (quien podría ser un amigo o familiar del fallecido), luego Paul McCartney descalzo y con un cigarro en su mano derecha (cuando él es zurdo y simula al fallecido, va con los ojos cerrados y sus pasos no van acorde al de sus compañeros) y por último George Harrison (que simulará al sepulturero). También hizo historia el vochito que está en la foto y el señor que parado voltea a mirarlos. A todos les buscaron su historia. Pararon el tráfico 10 minutos, pues la foto serviría para la portada del disco. En este mes de julio pasado, Paul McCartney, fue y cruzó solo el famoso paso de cebra. Quien esto escribe por allí anduve y andé hace tiempo, alguna vez en 2008 y la ultima el año pasado, en 2018. Fuimos a esa calle famosa, y esta fue la reseña de aquel tiempo: “El camión del tour nos apeó cerca de la calle Abbey Road, la que los Beatles hicieron famosa. Cuando los cuatro iban a grabar a los estudios EMI, hoy Abbey Road, y no llegaban los ingenieros, incluido el quinto Beatle, George Martin, el otro era Brian Epstein, su manager, salieron a la calle y se tomaron una foto en ese paso de cebra, uno de ellos descalzo.

LAS HISTORIAS DE ESA FOTO

Hay tantas historias que se contaron de esa foto, que a lo mejor ni los mismos cuatro de Liverpool se las supieron en su momento, cómo tantas historias hubo de Waterloo, que ni el mismo Wellington supo muchas de ellas. Las leyendas crean historias, a veces inverosímiles, es como la vida, la vida es la ruleta en que apostamos todos, dijera Cuco Sánchez, y a veces la vida es una tómbola, tom, tom, tómbola, cantara Mona Bell. Aquí estamos viviendo una vida de una semana londinense. Uno tiene que andar a las vivas, como franeleros driblando a los autos, porque nada los detiene, los londinenses cuando andan por esa calle saben que hay que aminorar la velocidad, so pena de que te lleves a un turista. Se ve gente profesional, fotógrafos con sus grandes cámaras y lentes captando el cruce más famoso del mundo. Llegan familias, como la nuestra, y posamos de a rapidito, esperando los autos que dan vuelta en una glorieta próxima a esa esquina. Allí pasa uno el tiempo, recordando las historias de Los Beatles, ahí mismo, al pie del estudio que era EMI y hoy llaman Abbey Road, alguien filma algún documental. Un letrero al frente nos alerta; es propiedad privada, no se puede pasar. Gachos. Donde los Beatles grabaron sus grandes éxitos ahora es sitio privilegiado para unos cuantos. Cuantas historias en ese cuarto de grabación, ahí nació, bueno en Liverpool, ahí creció más bien el cuarteto más grande que la música haya parido, ellos y Elvis Presley fueron lo máximo en aquella época, luego llegó Michael Jackson y el marcador se emparejó. A unos pasos, la tienda de los Beatles. Hay de todo: llaveros, camisetas, discos, imanes para refrigeradores, carteras, todo lo que se pueda ocurrir que vendan con la leyenda grabada The Beatles. Allí estuve, donde la música un día murió y se volvió triste, el día que mataron un neoyorkino diciembre nefasto a John Lennon y el día que, también, jamás volvieron a unirse los cuatro, el cuarteto Liverpool, el más afamado y aplaudido del mundo. Fin en aquella azotea londinense, su última grabación. Con chispa, esos mismos que en un concierto, cuando la Reina Isabel estaba presente, John Lennon llegó a decir: ‘los que estén atrás, en gayola, solo aplaudan, los que estén al frente, en primeras filas, solo agiten sus joyas’.

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