DEPRESION
Enrique Campos Suárez
Lo que más le conviene al gobierno es ser prudente en sus cálculos económicos para el siguiente año. Siempre sería más fácil repartir excedentes.
No queda más que rezar para que “los otros datos” presidenciales consideren la tendencia de baja en los precios del petróleo al momento de elaborar los criterios económicos para el próximo año.
No sólo existe el riesgo de que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador sobreestime el crecimiento económico, sino que también crean que durante el 2020 se puede aumentar significativamente la producción de petróleo crudo y que se puede vender a un precio superior a lo que podría esperar el mercado.
En los precriterios económicos de la 4T para el 2020 hacen gala de ésos, los otros datos en materia de producción petrolera y anticipan una extracción de 1 millón 916,000 barriles diarios. Pero la cruda realidad marca los niveles actuales en 1 millón 671,000 barriles al día.
Y en cuanto a los precios, el presidente López Obrador y su equipo deben tener total claridad de que son los mercados los encargados de fijar cuánto cuesta cada barril de la llamada mezcla mexicana. No es una decisión local.
En los gobiernos anteriores, ésos señalados como neoliberales, la estrategia gubernamental era poner un precio calculado de manera interna, pero esas estimaciones locales siempre se acompañaban de coberturas de precio, que son como seguros que permiten recuperar algo de los ingresos que eventualmente no se consigan por una baja en los precios.
Ojalá no consideren la alternativa de las coberturas como algo neoporfirista y se quieran ahorrar el dinero que, sin duda, cuesta colocar estas opciones en el mercado. Lo deseable es que este gobierno concrete el proceso de llevar a cabo esas coberturas petroleras, que se supone ya habrían iniciado hace algunas semanas.
Porque en la historia, con gobiernos de corte similar al actual, ya vimos cómo en tiempos de José López Portillo se pretendió poner un precio al petróleo mexicano, lo que claramente rechazó el mercado y desató una de tantas crisis financieras de aquellos años 70 y 80.
El contexto económico actual en el planeta apunta más a una desaceleración económica global que acabaría por afectar la demanda de materias primas, el petróleo en primer lugar.
Si no acaba bien la guerra comercial entre China y Estados Unidos, si el Brexit se materializa como una salida británica a las bravas, o si se atraviesa cualquier otra calamidad global, se acercará más la posibilidad de una recesión mundial el próximo año.
Parece más fácil que le atinen a la suerte con el tarot a que una estimación del precio del petróleo pueda ser cercana a la realidad, pero el consenso es que, sin crecimiento, baja el consumo de energéticos.
Por eso, lo que más le conviene al gobierno mexicano es ser prudente en sus cálculos económicos para el siguiente año. Siempre sería más fácil repartir excedentes que tronarse los dedos porque no se lograron las metas de ingreso.
Habrá que esperar a la presentación del Paquete Económico, con los criterios económicos del 2020, para saber si privó la cordura en sus estimaciones petroleras.
Tomado de El Economista.