Hay noticias que duelen y consuelan al mismo tiempo… Es triste enterarse del fallecimiento de una persona conocida, cercana, pero, cuando se trata de un personaje que ha hecho historia por su ministerio, por su apertura a la libertad religiosa, por el respeto a los derechos humanos y que al mismo tiempo puede ser un buen amigo y un extraordinario interlocutor, pega fuerte, muy fuerte en el ánimo personal, sin embargo, esta noche de domingo, en que recibí la noticia de la muerte del Cardenal Sergio Obeso Rivera, junto con la tristeza, sentí consuelo porque percibí, tuve la impresión de que lo veía viajando en el espacio sideral para su encuentro con Dios Nuestro Señor.

Sí, en efecto, esa es la sensación que viví… guardé silencio por mucho tiempo… quizás horas, porque hice una larga oración rogando por su eterno descanso, que además es bien merecido por tantos años de ministerio como siervo de Dios, quien, sin duda alguna, lo ha recibido con los brazos abiertos.

Comencé a Don Sergio (le gustaba que así lo llamara uno) en los noventas, cuando tuve la oportunidad de ser Titular de la oficina de Asuntos Religiosos del gobierno del estado… Entonces, conocí la dimensión de un sacerdote católico abierto al diálogo con ministros religiosos de otras creencias a quienes siempre trataba con absoluto respeto y cordialidad.

Con cierta frecuencia había reuniones con Mijael, el humilde Rabino xalapeño, con Ricardo Aquino Alfaro, Pastor Presbiteriano, que encabezó la Asociación Ministerial Evangélica de Veracruz (AMEV), con Armando Díaz Salazar, Pastor de la Primera Iglesia Bautista de Xalapa, con Benito Juárez Martínez, Obispo para el sureste de México de la Iglesia Anglicana, con el Pastor Bismarck Sesma de la Iglesia Metodista, con Daniel de Jesús, Obispo Ortodoxo, entre muchos otros representantes de distintas denominaciones religiosas.

Cuando Jorge Uscanga, despachaba como subsecretario de gobierno, organizamos, de manera conjunta con la Dirección de Asociaciones Religiosas de la SEGOB, varios seminarios y talleres en la sede de la Universidad de Xalapa, con el auspicio de su Rector Carlos García Méndez.

En cada oportunidad, Monseñor Obeso dio mensajes que dejaron huella, porque siempre hablaba de la dignidad de la persona humana, decía que más que tolerancia lo que debe de imponerse es el respeto de unos para con los otros, dejando a salvo la libertad de la creencia individual.

De esta manera, se logró que en Xalapa, se dieran importantes encuentros entre representantes de distintas corrientes religiosas, incluso que visitaran la Catedral Metropolitana y que, el mismo prelado católico, visitara las sedes de la Primera Iglesia Bautista de Xalapa y de la Iglesia Presbiteriana Príncipe de Paz, así como que efectuaran Marchas por la paz, saliendo de catedral caminando hasta la Iglesia Bautista (Avenida Ávila Camacho).

Recuerdo que en los días últimos de cada diciembre, se realizaba una reunión de Obispos de la Región Pastoral del Golfo, en la ciudad y puerto de Veracruz, e invitaban a comer al gobernador en turno, convirtiéndose en unas extraordinarias tardes de convivencia y diálogo por Veracruz.

Cómo no recordar que cuando fuimos vecinos, eran frecuentes las pláticas de banqueta que en algunas ocasiones terminaban en extraordinarias veladas domiciliadas que se extendían hasta pasada la media noche, porque era muy grato tener la oportunidad de escucharlo hablar de una gran diversidad de temas, que dejaban constancia de que era una persona muy preparada y culta…. Además de respetuosa.

En fin, motivos para recordarlo sobran… En casa, lo haremos con cariño.

Hoy, a mi manera, le pido al creador de todas las cosas, a Dios Nuestro Señor, que le permita estar en su Casa y pueda tener un merecido descanso en la vida eterna.

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